Hace unos meses el menor de mis hijos
me llamó y me llevó a la leonera que tiene por habitación para enseñarme un
nuevo artilugio electrónico que había instalado. Como yo en estos asuntos, como
en otros muchos, soy un perfecto ignorante, el nuevo dispositivo me llamó mucho
la atención, se llamaba Alexa y mi hijo le preguntaba cosas y respondía casi al
instante. Me pareció algo práctico, más cómodo que bucear en Internet para
obtener información y que un asistente electrónico, ese es el quid de la
cuestión, lo hiciera por ti. Mi hijo me preguntó que me parecía el invento,
esperando sin duda de mí palabras de asombro, pero yo, perro viejo que sé en el
mundo en que vivo, le contesté con algo que él no sospechaba: “ya verás lo que
tardan las feministas en decir que no hay derecho a poner nombre y voz de mujer
a un asistente electrónico, que eso es machismo de la peor clase”. Pues bien,
he sido yo el que ha llamado esta vez a mi hijo para decirle: “¿te acuerdas lo
que te dije que dirían las feministas de Alexa? pues ya lo están diciendo. Si
el asistente se llamara Alexis y tuviera voz de hombre nadie habría dicho
absolutamente nada. Los fabricantes tendrán que desarrollar la opción de
cambiar el nombre y la voz a masculino, al tiempo me remito". Este asunto es una
muestra más de lo equivocadas que están muchas mujeres, que han confundido las
justas reivindicaciones de sus derechos y la igualdad que ya consagra la
Constitución en su Artículo 14 con el totalitarismo, la criminalización de los
hombres, privándolos incluso de la presunción de inocencia, o, lo peor, con las
bobadas. Me he reído mucho con unos vídeos que circulan por las redes sociales,
en el primero de ellos un grupo bastante numeroso de chicas jóvenes va en
manifestación con pancartas cuyo texto la educación y el civismo me impiden
reproducir, una de las muchas manifestaciones feministas del 8M. Van todas
ellas gritando como posesas “la talla 38 me aprieta el chocho, la talla 38 me
aprieta el chocho”. En el segundo vídeo el periodista Federico Jiménez Losantos
que, dicho sea de paso, está en mis antípodas políticas, les responde: “pero que
dicen estas niñatas, si la talla 38 te aprieta el chocho pues cómprate una talla
más grande”. D. Federico tiene razón, porque va usted a El Corte Inglés y,
además de marcas y precios para todos los gustos y bolsillos, tiene todas las
tallas, incluso hay una sección de tallas grandes. La lideresa de Podemos
cuando su esposo, Pablo Iglesias, está cuidando de sus gemelas, Irene Montero,
decía el otro día que era consciente que en algunas cosas se habían equivocado
y que los enfrentamientos internos eran la razón principal de la pérdida de
votos de su formación en las encuestas. Yo no estoy de acuerdo con ella, porque
más enfrentamientos internos que ha tenido el PSOE no hace muchos meses no los
ha tenido ningún partido político en España desde la Transición, ni siquiera la
UCD de Adolfo Suárez, que ya es decir ¿O es que ya no nos acordamos como los
barones regionales, capitaneados por Felipe González, Alfonso Guerra y el
periodista Cebrián dieron un golpe a su propio secretario general? Pues bien,
el PSOE sube como la espuma en las encuestas, algo menos si sacamos la olla de
la cocina del CIS. Yo creo, por el contrario, que lo que está perjudicando a
Podemos es el desencanto de sus votantes, los indignados del 15M, que han visto
que, en vez de solucionar sus problemas, como el paro juvenil y los salarios
miserables, la formación política en la que confiaron pone más el acento en
coquetear con los independentistas y en cambiar los nombres del masculino al
femenino. Unidas Podemos darnos un batacazo de aúpa y no será porque no os lo
haya advertido en repetidas ocasiones.
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