No siempre las consecuencias de las fechorías de los políticos son dramáticas, a veces pasan casi desapercibidas o se dosifican en el tiempo y a la gente le pasa lo mismo con ellas que a esa rana que la ponen en una olla con agua fría y la van calentando poco a poco hasta que se cuece sin enterarse. Pero, cuando suceden acontecimientos como la Dana de Valencia, es como si a la rana la echas en una olla con agua hirviendo, salta de inmediato. Y, sí, fechoría como la copa de un pino es no tener un plan de emergencias para este tipo de catástrofes, un plan perfectamente diseñado, donde desde el mando político y operativo, hasta los medios y el plan de actuación, estén perfectamente estudiados y planificados. Pero, vamos a ver, si ni siquiera hay un plan estratégico nacional ¿Cómo va a haber un plan de emergencias? Entonces pasa lo que hemos visto, descoordinación total, ausencia de una dirección política y operativa clara y la solidaridad no encuentra cauces organizativos y logísticos, ni en el propio lugar de la catástrofe ni en las CC AA y ayuntamientos de toda España, donde te puedes encontrar desde que no hay sitio, personal y medios para clasificar, almacenar y distribuir esa ayuda hasta equipos de bomberos, como hemos visto en Bilbao, que, ya preparados, reciben órdenes políticas de que no se trasladen a Valencia. Si a esto añadimos que cientos de casas particulares y tiendas han sido saqueadas ante la inacción de la delegada del Gobierno en Valencia ¿Quieren que les diga qué ordenes tiene la Guardia Nacional en EE UU con respecto a los saqueadores en medio de catástrofes naturales? y a la desesperación de los que lo han perdido todo, las consecuencias indeseadas son inevitables. Los políticos ni siquiera han dejado de mentir y de echarse la culpa unos a otros en medio de un drama humano y social tan gigantesco como este. "Nos lo tiene que pedir Valencia", "quiero un comité de crisis con siete ministros", patético. Para mí la guinda de la ignominia no han sido las declaraciones poco respetuosas de alguna conspicua, sino las de la ministra de Defensa, Margarita Robles, cuando ha dicho que tenía 120.000 soldados para intervenir si fuera necesario. Nuestras FF AA no tienen más allá de unos 30 o 40.000 militares operativos, pues el resto son personal administrativo, de reserva, u oficiales, jefes y generales y si a esto añadimos que una buena parte de nuestras FF AA están en misiones en el exterior, por ejemplo, en Rumanía, Bulgaria y Países Bálticos, metiendo el dedo en el ojo a Rusia en vez de defendiendo a los españoles, pues, pasa lo que pasa. La duda no es si Doña. Margarita miente o no tiene ni puñetera idea, la certeza son ambas cosas. Por supuesto, no escuchará usted a ninguna fuerza política, ni las que apoyan al Gobierno ni las encantadoras de la oposición, hablar de nada de esto. Son los mismos inútiles que, todos de acuerdo, eliminaron el servicio militar obligatorio, porque estaban más preocupados por los votos de los jóvenes que por defender a España y a los españoles. Ante lo que hemos visto y ante lo que nos queda por ver solo se salva la solidaridad de la gente de a pie, el sacrificio y la abnegación, de militares, policías, bomberos guardias civiles, etc y la imagen del Rey hablando de tu a tú con los damnificados y de la Reina llorando con ellos. Uno se imagina a Sánchez de jefe de Estado y a su esposa, Begoña Gómez, de primera dama y le entran sudores fríos. Ser republicano está muy bien en la teoría, pero quizá no esté tan bien en la práctica en este país o, si usted quiere, rectificar es de sabios, solo los estúpidos no rectifican nunca. Entre esos estúpidos están los que siguen negando el cambio climático (no vamos a entrar en las causas), cuando estoy escribiendo estas líneas en Asturias en pleno noviembre en mangas de camisa y cuando los científicos habían avisado que el Mediterráneo había alcanzado los 30 grados y que eso tendría consecuencias. Es decir, habrá más catástrofes como la que hemos visto, mucho mayores que todas las de la serie histórica, y hay que prepararse para ellas.
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