sábado, 10 de junio de 2023

LA CRUCIFIXIÓN PÚBLICA DE IRENE MONTERO

 


¿Entenderán los electores que exactamente los mismos y las mismas que aplaudieron sus estúpidas leyes hasta con las orejas y que ni han hecho autocrítica ni han rectificado en nada, ahora no quieran a Irene Montero en sus listas "porque resta votos"? Que la base de los acuerdos de las “izquierdas” no sean el programa, sino los puestos en las listas, acordados en un despacho, sin primarias, deja diáfano el patetismo de quienes la representan y qué importancia tienen para ellos los militantes y los ciudadanos en general. La elaboración de las listas electorales abre a las “izquierdas” en canal. El modus vivendi prima más que el programa y hay codazos para colocarse en los puestos de salida. En las regiones los socialistas se enfadan porque Moncloa y Ferraz imponen sus candidatos y en el universo variopinto y multicolor en que se ha convertido “la izquierda radical”, con muchas estrellas moribundas, enanas blancas que fueron un día gigantes rojas, los navajazos traperos, las traiciones y la total falta de disciplina, dibujan un panorama que gustaría mucho más a Bakunin que a Marx y Lenin.

Si Yolanda Díaz piensa que cargarse a Irene Montero y a Pablo Echenique, sin rectificar en nada y pensando en seguir haciendo las mismas políticas, significa echar por la borda el lastre que sobraba y que ahora su coalición electoral subirá como un globo hacia las nubes, se va a equivocar. Muchos españoles que votaban a IU y luego a UP están muy enfadados, pero no solo por las leyes del feminismo totalitario que criminalizan a los hombres y santifican en todos los casos el relato de las mujeres o por el adoctrinamiento LGTBI de los niños en las escuelas, también por todo lo que ha abrazado esta pseudoizquierda que, como diría Alfonso Guerra, ya no la conoce ni la madre que la parió. Se ha pasado de ser el partido de los indignados al partido que más ha indignado. El hito es para resaltar. Todo el mundo tiene claro que, en un gobierno de coalición, sobre todo si en él eres la parte minoritaria, hay que tragar sapos, UP y sus votantes, lo sabían desde el principio, pero hay cosas por las que una izquierda real, la de toda la vida, no puede pasar, no creo necesario listarlas, las hemos visto todos con nuestros ojitos. Mucha gente de izquierdas empieza a sospechar que esos sapos enormes que sus líderes se han tragado han sido engullidos gustosamente o, como mínimo, que han primado más los intereses personales que los principios. Ni una sola vez se ha puesto a Sánchez en el brete de amenazar con romper el Gobierno si hacía alguna de las cosas que ha hecho, y yo no creo que permanecer en el Ejecutivo, a toda costa, fuera lo mejor.

Las elecciones autonómicas y municipales han puesto en su sitio a los dirigentes de Podemos, los han bajado del guindo a la tierra, se acabó el mundo de Yupi. Si hubieran acudido en solitario a las elecciones generales sus diputados, en el mejor de los casos, se contarían con los dedos de las manos. Sumar era su único salvavidas, y Yolanda Díaz se ha aprovechado de la necesidad de Podemos de salvarse con la crucifixión pública de Irene Montero, a la que aplaudió a rabiar y cuyas estúpidas políticas en ningún momento ha cuestionado. En el PSOE tampoco cuestionaron las ocurrencias de Irene Montero, que tienen muy poco de rojas y mucho de estadounidenses, porque enlazan con esa dictadura cultural que se está imponiendo en todo Occidente y que tantos comparten, solo alguna, como Carmen Calvo, mantuvo, con su abstención, la dignidad del feminismo clásico. Irene Montero y Pablo Echenique han caído en desgracia, se han ganado a pulso su defenestración, por si dar muy buena munición a la derecha y a la ultraderecha para atacarlos no hubiera sido suficiente, pero la purga no ha ido acompañada de ningún cambio programático, de ninguna autocrítica, solo de cambio de liderazgos y alianzas, pensando que solo una cara en la papeleta puede ganar elecciones, evitando esta vez la abstención de tus propios votantes. Craso error.

 

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