sábado, 6 de junio de 2020

LA INJUSTICIA COMO COARTADA


Tras la muerte por un policía blanco del afroamericano, George Floyd, se ha desatado la violencia en muchas ciudades de los EE UU, una violencia que, aunque parezca increíble, se ha extendido a otros países de América y Europa. Salvo la traición, no hay nada peor que la injusticia, al menos eso era lo que yo pensaba hasta que he visto que la injusticia utilizada como coartada puede ser peor aún que la traición y que la injusticia misma. No es la primera vez que hay disturbios raciales en los EE UU y no voy a entrar ahora en las raíces del problema, sobradamente conocidas, se trata de denunciar a los que, amparados en una injusticia que se hace viral y mediática y, en su nombre, son capaces de cometer injusticias muchísimo peores y a los que les hacen el caldo gordo y los defienden. El 29 de abril de 1992, tras una paliza policial a un taxista, Rodney King, que huyó de los agentes a 180 Km/h, y que ni siquiera resultó gravemente herido, se desató la violencia en Los Ángeles, una violencia como nunca se había visto en esa ciudad. Los Ángeles se convirtió en una ciudad en llamas, cientos de comercios y locales comerciales fueron saqueados e incendiados y mucha gente completamente inocente linchada salvajemente por los alborotadores, que provocaron 63 muertos y casi 2.000 heridos graves. Los que amparaban sus saqueos y sus crímenes en la paliza que le dieron los policías al taxista y utilizaban el racismo como coartada se cebaron especialmente en la comunidad coreana y en sus tiendas, hasta el punto que los coreanos tuvieron que echar mano de las armas para defender sus vidas y sus haciendas. No cesaron la violencia y los saqueos en Los Ángeles hasta que el Gobierno Federal decretó el toque de queda y envió a la Guardia Nacional con orden de disparar ante la menor alteración del orden público y de la seguridad de las personas. Mientras la gente de los barrios negros se quejaba de que todo había quedado destruido, lo habían destruido ellos, se formaban colas enormes ante las oficinas de Correos para cobrar los subsidios del Estado, pues más del 80% de la población negra no trabajaba en nada mientras que tenían que ser los inmigrantes hispanos los que hacían los trabajos que rechazaban los negros. Algunas Iglesias crecieron a raíz de aquellos acontecimientos en la comunidad afroamericana, Iglesias que habían aprovechado también la coartada del racismo para medrar, como ha sucedido también con la Iglesia Evangelista en la comunidad gitana en España. Se arrodilla el Estado ante los saqueadores y se arrodilla la policía mientras se llevan los televisores de 55 pulgadas de los centros comerciales, en nombre de George Floyd, antes de incendiarlos. “Esto es muy grande”, decía alguno que llevaba el carro lleno de productos del saqueo. En París se han dado cuenta del chollo y en México DF también ¡Cuidado! porque no se está usando solamente la injusticia del racismo como coartada para la violencia y/o para el robo.

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