martes, 23 de julio de 2019

LA TOMADURA DE PELO DE SÁNCHEZ


Cuando veo que el presidente en funciones, Pedro Sánchez, llega al Congreso de los Diputados en su coche oficial acompañado de su asesor personal, Iván Redondo, el que quiere ser el Rasputín español, me pongo en lo peor ¿qué guion y que ocurrencias le habrá preparado al candidato?  Lo importante es escuchar y ser capaz de adivinar sus verdaderas intenciones, me digo.
Yo no recuerdo un discurso político más soporífero, más vaciado de verdadero contenido y más para imbéciles que el que nos soltó este lunes Pedro Sánchez, un rosario de buenas intenciones que suscribiría cualquiera, pero sin memoria económica, sin decirnos como se iba a financiar todo aquello, tan artificial e impostado era el discurso que duró exactamente las dos horas que debía durar, era un trámite y el aperitivo empalagoso y falso de lo que vendría después. He visto de todo en ese hemiciclo: sainetes, salidas de tono o mentiras inmensas, pero lo de este lunes 22 de julio fue el sumun, yo no recuerdo un intento de tomadura de pelo mayor que el que protagonizó Sánchez en nuestro parlamento en una sesión de investidura convertida en ignominia. El mismo personaje del “no, es no”, el que dimitió de su escaño de diputado para no abstenerse y que saliera investido presidente Rajoy, el que llevó eso hasta sus últimas consecuencias, no solo pidió, exigió la abstención a Ciudadanos y, sobre todo, al PP. Casado no daba crédito. Pero ni Casado, que lo dijo, ni nadie en la Cámara, ni ninguno de los españoles que estábamos escuchando el debate nos podíamos imaginar hasta qué punto puede llegar la desfachatez y la caradura ¿cómo es posible que estés negociando un Gobierno con UP y al mismo tiempo, ante todo el mundo, pidas la abstención a las derechas y le digas a Casado que si los del PP se abstienen les puedes dar algunas cosas? Si lo que sucedió en 2.016 fue muy fuerte, porque ya entonces Sánchez pactó un acuerdo de Gobierno con Rivera mientras negociaba en otra mesa con IU y Podemos, lo que hemos visto con estos ojitos lo supera a todo, porque ha sido con luz y taquígrafos. Sánchez ha ido al Congreso de los diputados a insultar a la inteligencia y a reírse de todo el mundo. Hasta el más incondicional tendrá que admitir que se le notaba mucho a Pedro Sánchez que estaba mintiendo, que estuvo mintiendo todo el tiempo, que ni el mismo se creía lo que estaba diciendo. Pero, a ninguna fuerza política agravió más la pantomima de Sánchez que a UP. La cara seria de Pablo Iglesias era un poema y el líder de UP intentó contenerse hasta que ya era imposible hacerlo. Entonces lo contó todo, dijo a los españoles lo que se había estado negociando y como el PSOE no les había dado ni agua, como en 2.016 querían un cheque en blanco a cambio de nada. Se terminó el paripé. Iván Redondo quiere llevar a los españoles a unas nuevas elecciones generales con la esperanza de obtener mayoría absoluta y laminar a los demás, encumbrarse al fin como todopoderoso Rasputín. Pero, en 2.016, cuando Sánchez eso mismo hizo, ganó las elecciones Rajoy y no está escrito en el cielo que tomando el pelo a los españoles se arrase en las elecciones.

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