martes, 7 de mayo de 2019

LA SEXTA EXTINCIÓN MASIVA


Aunque ya había científicos que venían alertando desde hace años del drama al que ya estábamos asistiendo, el informe que acaba de publicar la ONU pone los pelos como escarpias, da miedo o, para decirlo en Román Paladino, acojona. La ONU nos advierte de que hay un millón de especies de animales y plantas en peligro de extinción pero también de que empieza a estar seriamente amenazada la supervivencia del Homo Sapiens. Nos estamos suicidando, así de claro. “Estamos erosionando los fundamentos mismos de nuestras economías, nuestros medios de subsistencia, la seguridad alimentaria, la salud y la calidad de vida en todo el mundo” fueron las palabras demoledoras de Robert Watson, presidente de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y servicios de los Ecosistemas (IPBES).
Hace unas pocas décadas los ecologistas eran vistos como tipos raros, como “frikis” que se preocupaban por las ballenas, por las consecuencias de la electricidad estática de las líneas de alta tensión y por cosas que al resto de los mortales importaban un pimiento. Pero ahora, afortunadamente y aunque nos falta mucho para tomar conciencia del gravísimo problema medioambiental, los “frikis” empiezan a ser los demás. Cuando hace años en los debates y las entrevistas políticas a líderes de los partidos en la televisión Julio Anguita, entonces coordinador general de IU, soltó esta frase: “Para poder tener un crecimiento sostenible necesitaríamos dos planetas Tierra”, le dijeron que estaba en otra galaxia.
La ONU nos ha dicho, muy clarito, que, o se toman medidas radicales para invertir de inmediato la deriva hacia el abismo, o nos enfrentamos a la sexta extinción masiva a la que va a asistir el planeta Tierra, es más, nos han dicho que la sexta extinción masiva ya ha comenzado y que nosotros, si no hacemos nada para revertirla, nos extinguiremos en ella, así de crudo. El 75 % de las especies terrestres y el 60% de las marinas ya están al borde mismo de la extinción. Particularmente grave es el holocausto de las abejas provocado por los pesticidas, algo que podría poner en muy poco tiempo a la Humanidad ante una hambruna de dimensiones bíblicas.
La primera gran extinción fue entre el período Ordovícico y el Silúrico, hace 440 millones de años, la segunda en el Devónico, hace 360 millones de años, la tercera, una de las peores, en el Pérmico-Triásico, hace 250 millones de años, es llamada la ”Gran Mortandad” y en ella desaparecieron el 97 % de los animales y las plantas de la Tierra, la cuarta en el Triásico-Jurásico, hace 210 millones de años y la quinta en el Cretácico-Pérmico (la de los dinosaurios) hace 65 millones de años. Todas ellas sucedieron por fenómenos naturales, gran actividad sísmica, cambios climáticos severos, gran actividad volcánica o por el choque de un gran meteorito, ninguna por las actividades de una especie. Nuestra responsabilidad sobre lo que está sucediendo no tiene duda: deforestaciones gigantescas, una actividad agrícola de locos, arrasando los mares con la sobrepesca e inundándolos de basuras y contaminación, especialmente de plásticos totalmente prescindibles, contaminando gravemente la atmósfera del Planeta, etc. Y eso a pesar de que hemos tenido mucha suerte, porque los armamentos nucleares que almacenan las grandes potencias podrían destruir la Tierra, la Biosfera completa, varias veces o varias decenas de veces.
El ecologista británico, James Lovelock, en su libro “La venganza de la Tierra” elaboró la teoría de “Gaia”, donde nos dice que nuestro planeta es un ente que “decide” y que se autorregula ¿Habrá decidido ya la Tierra eliminarnos o lo haremos nosotros mismos?

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