miércoles, 2 de agosto de 2023

VACACIONES EN MARRAKECH

 


El presidente del Gobierno en funciones se ha ido a pasar unos días de vacaciones a Marrakech. Aunque yo creo que un presidente del Gobierno debería pasar sus vacaciones en España, otros mandatarios europeos también han disfrutado sus vacaciones fuera de su país, precisamente en España, como el entonces primer ministro británico Toni Blair, al que Aznar, compañero de correrías, invitaba a Doñana, o como la entonces canciller Angela Merkel, que solía pasarlas en La Gomera (Islas Canarias). Pero, marcharse de vacaciones a Marruecos en plenas negociaciones para poder formar Gobierno y precisamente al país con el que Sánchez ha mantenido una, digamos extraña, relación tiene algo más que su aquel, es otra humillación más a la que Sánchez somete a España y a los españoles. En efecto, recordemos que, tras la retirada de la embajadora de Marruecos en Madrid, bajo la coartada del enfado por la ayuda médica humanitaria prestada por nuestro país al presidente de la RASD, Brahim Gali, gravemente enfermo de Covid, y las inaceptables presiones y chantajes del gobierno de Marruecos, sobornos de eurodiputados y espionaje del teléfono móvil del presidente español incluidos, cosas que ningún país serio toleraría, Pedro Sánchez dio un giro histórico al contencioso por la soberanía del Sáhara Occidental, de la que España, por mandato de la ONU, es potencia administradora, entregándolo, en contra de la opinión de todas las fuerzas políticas, incluido su propio partido, gentilmente a Marruecos. Entonces Sánchez y el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, las dos personas que, desde que tengo uso de razón, he conocido que con más cara dura y con más aplomo mienten, nos dijeron que a cambio (como si una traición así al pueblo saharaui pudiera estar sujeta a trueque) Marruecos retomaría las buenas relaciones con España, abriría las fronteras en Ceuta y Melilla e impediría la masiva e incesante llegada de inmigrantes irregulares a España. Pues bien, salvo el regreso de la embajadora alahuí a la capital de España, nada ha cumplido Marruecos de lo que, según el presidente del Gobierno y su ministro de exteriores, se había acordado. No solo Mohamaad VI y sus secuaces siguen enviando inmigrantes, también menores, a miles para aliviar la grave situación social en su país y llenarse, de paso, ellos las alforjas, alcanzando la brutal cifra de 1.200.000 inmigrantes, solo marroquíes, ya en España, no solo siguen cerradas las fronteras con Ceuta y Melilla, no solo Marruecos sigue enviando hachís para toda Europa a través de Estrecho de Gibraltar, el sátrapa marroquí, en otro desaire a España, ni siquiera recibió a Pedro Sánchez cuando se celebró allí una reunión conjunta entre ambos gobiernos "para limar asperezas" y acordar nadie sabe qué. El único “éxito” en todo este asunto de Sánchez y Albares es que las relaciones de Argelia con España son las peores de la historia entre ambos países y que el gas argelino para Europa no vendrá a través de España, sino de Italia. Es en este contexto que el presidente en funciones viaja de vacaciones a Marruecos, unas vacaciones que, aunque privadas, realiza representando a España, porque, al menos de momento y con muchas posibilidades de seguir en el cargo, todavía siendo presidente del Gobierno.

Si el escarnio que suponen para el prestigio de España y el perjuicio de los españoles las actividades de Sánchez en y con Marruecos no fueran suficientes, asistimos también al chantaje de exterroristas, nacionalistas, independentistas y golpistas, con el fugado de la justicia, Puigdemont, como la guinda más grosera de este asqueroso pastel. Han visto que el gobierno de España se deja extorsionar y lo aprovechan al máximo. Las cosas que estamos escuchando son muy fuertes, y desde el golpe de Estado de enero (digo bien, enero, que no febrero) de 1981 yo no había visto algo tal grave, también con los socialistas de por medio (recordemos las conversaciones de Enrique Múgica con el general Armada, por ejemplo). Se habla de amnistía, de referéndum en Cataluña (orillando la Ley y la Constitución) y de que las CC AA que se han esforzado en la gestión y en el control del dinero público, y el mayor endeudamiento del Estado, paguen la estratosférica deuda de los que abren embajadas en el extranjero y pagan la mansión del prófugo Puigdemont en Waterloo. Solo nos queda ver como Pedro Sánchez y los suyos lo disfrazan de “nueva financiación autonómica” y de otros pasos más en la necesaria “normalización” de Cataluña. A cualquier persona decente todo esto debería producirle arcadas.

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