viernes, 20 de diciembre de 2019

LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL DE LUXEMBURGO


La sentencia del TJUE, que afecta a los independentistas catalanes condenados por la Justicia española por graves delitos de malversación de fondos públicos y sedición y también a los independentistas fugados, empezando por Puigdemont, ha levantado, como es lógico, un terremoto político, más, si cabe, al producirse en medio de las conversaciones entre PSOE y ERC para que pueda salir adelante la investidura de Pedro Sánchez y se pueda formar Gobierno. Yo no voy a entrar en el laberinto jurídico de la sentencia del Tribunal de Luxemburgo, ni los más expertos juristas se ponen de acuerdo, solo constatar algunas cosas: que esta sentencia da gasolina a los golpistas catalanes, que es otro argumento más para el relato de los que, ahora con el apoyo de las instituciones europeas, se pasan las leyes y la Justicia española por la entrepierna y que los españoles no fueron conscientes, ni los políticos de entonces se lo explicaron, de lo que significaba la pérdida de soberanía de nuestro estado-nación en beneficio de un ente supranacional cuyos gestores no elige la gente, o, para decirlo de otra manera, los elige la gente, pero demasiado indirectamente. Puestos a hacer justicia recordemos que el único dirigente español de una formación política importante que se opuso firmemente y con argumentos demoledores al Tratado de Maastricht fue el entonces coordinador general de Izquierda Unida, Julio Anguita: “Nos gobernarán desde fuera y no pintaremos nada”. La pérdida de la soberanía de los Estados europeos y  el menoscabo del poder de decisión de sus  pueblos ya está teniendo resultados dramáticos, el de esta sentencia es uno de ellos y el Brexit es otro. Los británicos han reaccionado, pero los demás, de momento, aún no.

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