También podría decir la nueva
estrategia del Establishment, que es un término inglés que se usa para
referirse a un grupo dominante y hegemónico, pero prefiero usar el término
castellano búnker, que aunque procede de las lenguas inglesa y alemana, está
recogido en la RAE con dos definiciones: 1- Refugio de hormigón armado,
generalmente subterráneo, para defenderse de los bombardeos y 2- Grupo político
que, por aferrarse a una ideología tradicional, se resiste a cualquier cambio.
No seré yo, precisamente ahora que quieren que nuestra representante
cante en inglés en Eurovisión, el que emplee términos sajones.
La palabra búnker, usada como término
político, se acuñó en España durante la Transición, se utilizaba para referirse a
los restos del régimen franquista que se resistían al cambio y a grupos
fascistas violentos que cometían atentados y asesinatos, como el tristemente
famoso de los abogados laboralistas de la calle Atocha. En España sigue
existiendo un búnker político que, afortunadamente, ya no tiene el mismo carácter
extremista que el que actuaba durante el Gobierno de Adolfo Suárez, pero que
responde exactamente a la segunda acepción que da la RAE al término. Pues bien,
el Búnker ha sufrido un verdadero varapalo en las pasadas elecciones generales
en España, con la irrupción de nuevas formaciones políticas, sobre todo de
Podemos, un movimiento político de izquierda revolucionaria. Al quedarse la
derecha en minoría, su estrategia se centró en buscar un acuerdo de Gobierno
con el partido socialista, la misma receta que se había usado en otros países
de Europa para mantener el statu quo, metiendo también en el saco a Ciudadanos,
la formación emergente que dirige Albert Rivera, con la intención de dar mayor
apariencia de unidad y de sentido de Estado y para que a los socialistas les
resultara mas fácil hacer tragar a sus bases el aquelarre. Pero, las divisiones
internas en el PSOE, mas por ambiciones políticas personales que ideológicas,
truncaron una operación que la derecha económica y los poderes fácticos tenían
preparada como recambio. La determinación de la dirección que encabeza el
secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, de no pactar con el PP y no
permitir, en ningún caso, la investidura de Mariano Rajoy como presidente, dio
un giro a la situación. La estrategia del presidente en funciones, Rajoy, que
declinó el mandato real para intentar conformar una mayoría de Gobierno, pero
sin renunciar a hacerlo mas adelante, y del Búnker se centró en esperar a la
reunión del Comité Federal del PSOE que se celebró el sábado 30 de enero, con
la esperanza de que las divisiones internas y la labor quintacolumnista de
algunos presidentes autonómicos desautorizaran a Pedro Sánchez, obligándole a
rectificar. En esa operación también participaron históricos dirigentes
socialistas, como Felipe González, Alfonso Guerra, Juan Carlos Rodríguez Ibarra,
etc, así como algunos agentes mediáticos. La cosa no salió bien para el Búnker,
porque, inteligentemente, Pedro Sánchez zanjó las discusiones diciendo que
sometería al sufragio de la militancia cualquier acuerdo o pacto de Gobierno.
Otra eventualidad con la que no contaban era que Cuidadanos, un partido de
derechas, pudiera estar dispuesto a entrar en un pacto trasversal para
facilitar un Gobierno que presidiría Sánchez con el apoyo, también de Podemos e
IU. Pero, la alternativa para Ciudadanos si se celebraban unas nuevas
elecciones, por la concentración del voto de la derecha, podría ser la
desaparición.
La nueva y última estrategia del
Búnker se centra ahora en azuzar las diferencias entre PSOE y Podemos para
evitar el acuerdo. Es algo muy parecido a lo que hacen algunos desalmados con
los pobres canes en las peleas de perros, pegándoles en el hocico y dándoles
con un palo. Eso sí, no es la primera vez que algún chucho se revuelve y clava
sus dientes al azuzador.
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