Hacía mas de tres años que no
veía a Manolo el taxista, me lo encontré el otro día por casualidad y casi no
lo reconozco, ya peina bastantes mas canas y los avatares de la vida han
esculpido mucho su cara. Empezamos hablando de lo mismo que habla todo el
mundo, del tiempo, de fútbol y de política, porque a todos se nos da bien
hablar de esas cosas aunque no tengamos ni puñetera idea. Pero, enseguida
entramos en detalles. Ya no tiene aquel coche híbrido japonés que gastaba y
contaminaba tan poco, lo tuvo que cambiar porque ya tenía demasiados
kilómetros. Ahora se ha tenido que comprar lo mas barato del mercado, un
automóvil ranchera rumano, cuya casa madre es francesa y cuyo pequeño motor diésel
se hace en España, cosas de la globalización. Le comenté si no era hora ya de
pensar en jubilarse, pero me dijo que no podía, porque su hija, el marido de
esta y su pequeño nieto se tuvieron que ir a vivir con el y su mujer, ya que no
podían permitirse pagarse un techo. Su yerno tiene un trabajo basura con un
contrato ridículo y con un salario de miseria, pero donde tiene que echar
muchas horas, y su hija ha tomado el relevo de su madre y le ayuda ahora con el
taxi, a la abuela le tocan las labores del hogar y muchas veces cuidar al nieto.
Es el retrato robot de muchos hogares españoles de hoy en día. Me dijo que ahora
el taxi solo te da para sobrevivir y que todavía está pagando la plaza, que le
costó un ojo de la cara. La crisis también se ha notado en el sector, porque
mucha gente, que las está pasando canutas, coge el autobús o incluso hace
muchos kilómetros andando.
Después del segundo café solo, yo
lo tengo que tomar descafeinado porque la cafeína me pone a doscientos por hora,
Manolo, entre cagamentos, me contó que a las dificultades que estaba pasando el
sector se han añadido otras. Al parecer hay mucha gente que se dedica a hacer
carreras ilegales, sobre todo las largas, que son las que dejan algo de margen
y sus compañeros taxistas de Madrid y Barcelona ya están en pie de guerra ante la
irrupción de las multinacionales, que quieren enviar a los autónomos al paro. Manolo,
que siempre fue de derechas, ha sufrido una metamorfosis en la dirección
contraria del dicho ese que reza: “el que no fue comunista a los 20 años es que
no tiene corazón y el que no dejó de serlo antes de los 50 es que no tiene
cabeza”, se ha convertido en un marxista radical a los sesenta y tantos. Una cosa es la libre
competencia y la libertad de mercado, me dijo, y otra muy distinta la libertad
de la zorra en el gallinero.
Nos despedimos con otro apretón
de manos y otro abrazo, como cuando nos encontramos a la entrada de aquella
cafetería de barrio, y nos miramos a los ojos unos segundos antes de marcharnos,
como si fuera la última vez que íbamos a coincidir.
Después de leer esta entrada, me miro al espejo y aparece ante mi un tipo raro, porque yo fui comunista hasta los treinta años y descubro que afortunadamente tengo cabeza, porque hace ya unos cuantos lustros que dejé de serlo.
ResponderEliminarSi es por la pérdida de derechos y por los recortes, el taxista Manolo hace tiempo que debería haber dejado de ser de derechas. En eso Rajoy no ha sido el único. A mi Zapatero me recortó mi salario en en 5 % y no me han devuelto ni un euro.