El asesinato del estudiante
italiano no es una macabra singularidad, al contrario, es el pan nuestro de
cada día que sufren en Egipto los opositores al régimen del golpista Abdelfatah
Al Sisi, que después de echar abajo al Gobierno elegido democráticamente en las
urnas, ha cubierto el país de sangre, como antes había hecho el sátrapa Hosni Mubarak.
Llama la atención que los países de la OTAN cuestionen todos los días el
régimen sirio y sin embargo compadreen con los que gobiernan Egipto o Arabia Saudí,
que inauguró el año decapitando a 46 personas.
Gilio Regeni había desaparecido
el día 25 de enero, cuando se dirigía en metro al mercado de Bab-al-Louk, donde
había quedado con un amigo. Todos en Egipto saben que el crimen es obra de los
servicios secretos, del Ministerio del Interior o de las bandas de asesinos que
trabajan para el régimen. Los psicópatas a sueldo no han querido hacer
desaparecer el cadáver, sino que todo el mundo sepa lo que les sucede en Egipto a
los que luchan por la democracia.
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