El PSOE ha organizado un
referéndum entre sus militantes donde estos han aprobado por una amplia mayoría
de un 79% la pregunta que se les hacía, que no era exactamente si aprobaban el
pacto con Ciudadanos, era una pregunta genérica que se sacó Pedro Sánchez de la
manga para poder acudir, con el respaldo de las bases, al Comité Federal, donde
no todos son sus incondicionales. La pregunta hubiera sido la misma, las papeletas
ya estaban confeccionadas, si el acuerdo hubiera sido con Podemos y, me juego
el cuello, que el resultado también.
Todo el mundo sabe que los
referéndums, lejos de ser siempre un instrumento democrático, muchas veces son utilizados
por el poder, y hasta por dictadores, para legitimarse ellos y sus políticas y
que muy raras veces se pierden. Me viene a la memoria el que organizó en
Francia Charles Degaulle para reforzar sus poderes. Los franceses reconocieron
la figura histórica del presidente y su liderazgo del Ejército de la Francia
Libre durante la SGM , pero votaron que no y lo enviaron a su casa. Pero,
evidentemente, los españoles no son los franceses.
En los referéndums lo que la
gente vota no es la pregunta que se hace, sino al personaje que la plantea. Los
socialistas no han votado sí o no al acuerdo que su secretario general ha
firmado con Ciudadanos, sino sí o no a Pedro Sánchez, porque la mayoría ni
leyeron el documento que se firmó y no tienen ni idea de algunas cosas que se
dice en él. Esta consulta, salvando las distancias, me ha recordado mucho al
referéndum sobre la OTAN que convocó Felipe González y refuerza mi convicción
de que los socialistas están muy pobremente armados ideológicamente. ¿Cómo es
posible que un partido que había hecho bandera del no a la entrada en la OTAN
(con un slogan sospechoso, “OTAN, de entrada no”, eso sí) de la noche a la
mañana cambiara de opinión en algo tan importante? Yo entendía perfectamente
que algunos dirigentes del PSOE, a los que había visto manifestarse contra la
Alianza Atlántica y participar en mítines en Vallecas, puño en alto, gritando ¡OTAN
no! como Javier Solana, que en el colmo de la caradura llegaría a ser nada
menos que secretario general de la Alianza, dieran la vuelta a sus ideas como
si fueran un calcetín, sabía que eran unos oportunistas, pero pensaba,
erróneamente, que la militancia de base era otra cosa. Aunque no los meto a
todos en ese saco. Por aquel entonces mantuve alguna conversación con varios
conspicuos socialistas a los que pregunté cómo justificaban ese cambio de
postura, todos contestaban lo mismo, habían recapacitado y ahora pensaban que era
lo mejor para España, pero cuando a continuación les espeté qué harían si Felipe
González, dos días antes del referéndum, volviera a cambiar de opinión, se
callaban como muertos. El razonamiento que esgrimían era, evidentemente, falso.
El problema que tiene el PSOE no
es Podemos, sino la deriva del partido socialista hacia posiciones cada vez mas
derechistas. Un partido sin ideología con un secretario general que ha
trabajado para el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Los
socialistas han dejado un hueco, un vacío inmenso, a su izquierda, que alguien
tendrá que llenar, es decir, no va a operar tanto el “sorpasso” de Podemos como las mas elementales leyes de la física. El resultado del referéndum, que
aprueba un documento donde se sube el Salario Mínimo Interprofesional un 1%, se
complementan las bajos salarios con dinero público y los trabajadores se
tendrán que pagar su propio despido, es la prueba del nueve de que el PSOE, por
si alguien todavía no lo tenía claro, ha dejado de ser un partido de izquierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario