El tema ya está en la calle, todo
el mundo comenta que podemos estar ante el estallido de una nueva crisis
económica, como la que se produjo en 2.008, y que hay que estar, ojo avizor, al
detonante. La verdad es que hay una grave crisis mundial, pero yo no creo que
sea, para nada, nueva, sino solo otra fase de la que ya comenzó a finales de
los años 70, con el inicio de la sobreproducción industrial. Esa es la causa
primigenia y aunque aparentemente parece que nada tienen que ver la sobreproducción
y el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria, están íntimamente relacionadas. Ya he hablado sobradamente de este asunto en
otras ocasiones.
Los inversores se dieron cuenta
hace unos meses que la economía mundial, lejos de recuperarse, como decían los
Gobiernos, daba síntomas de estar gravemente enferma y de que las medidas que
estaban tomando los Bancos Centrales, como poner a funcionar la máquina de
hacer billetes para comprar, con ese dinero, Deuda Pública, tendrían
consecuencias desastrosas. Por eso las bolsas empezaron a caer hasta los
mínimos que han alcanzado estos días y por eso la única materia prima que ha
subido de precio últimamente es el oro. Algo muy similar sucedió antes de que
el banco Lehman Brothers quebrara el 15 de septiembre de 2.008, desencadenando
la crisis financiero-inmobiliaria, también llamada de las hipotecas Subprime o
basura. Es decir, en contra de lo que nos han contado, algunos sí sabían
perfectamente lo que iba a pasar. Ahora, otra vez, como en una serie
televisiva, conocemos la trama y los personajes, pero no tenemos ni idea de las
aventuras que vamos a ver en el próximo capítulo, eso sí, como siempre hay
disparos, habrá mas víctimas.
Ya sabemos que la quiebra de Lehman
Brothers no fue la causa, sino el detonante, que podría haber sucedido en
cualquier otra entidad bancaria importante, pero que sucedió precisamente en
esa porque, entre otras razones, tenía nada menos que un 70% de sus activos
invertidos en créditos hipotecarios incobrables. También sabemos que el
detonante del nuevo episodio de la crisis no va a acontecer en un almacén de
frutas y verduras, ni en el bar de la esquina, sino en algún banco, porque ahí
es donde se maneja la mayor parte del dinero. Estos días hemos visto lo que ha pasado con el Deutsche Bank, el principal banco de Alemania, que había caído
estrepitosamente en bolsa ante el miedo de los inversores. El asunto no es
nuevo, porque El Deutsche Bank anunció en 2.015 pérdidas por valor de 6.700
millones de euros y despidió a 35.000 empleados, pero, sobre todo, porque
muchos inversores sabían perfectamente que el nivel de riesgo del banco era
demasiado alto, al haber invertido ingentes cantidades de dinero en comprar
Deuda Pública y en los llamados “cocos”, activos a interés fijo que se pueden
convertir en acciones. Desde la crisis del 2.008 sus acciones cayeron desde los
100 hasta los 19 euros. Pero, las fechorías financieras del Deutsche Bank dan
para escribir un libro, baste decir que Rusia tiene casi 6.000 demandas judiciales
presentadas contra el banco alemán.
Como con la burbuja inmobiliaria, tomo el mundo sabe que la espada de Damocles va a caer sobre nuestras cabezas,
solo falta ver cuando. Alemania no quiere ser el país del nuevo detonante, por
eso el Deutsche Bank ha recomprado casi 5.000 millones de euros de su propia
deuda. Es un parche que seguramente no
va a servir de nada.
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