La corrupción política lleva
bastante tiempo siendo un tema muy manido en tertulias, noticiarios y
periódicos, no solo en España, donde incluso está mediatizando la formación del
nuevo Gobierno, también en otros países. Pero, los ciudadanos no son
conscientes de hasta donde llega la corrupción, creen, en su ingenuidad, que
solo se trata de algunos políticos que reciben “mordidas” a cambio de contratos
públicos. En el fondo de la corrupción están las mafias, que no son corruptores
individuales, sino grupos criminales bien organizados y con mucho
poder. Hasta no hace muchos años las únicas mafias importantes eran las que
operaban en los EE UU y en Italia, que eran capaces de asesinar presidentes y jueces y comprar primeros ministros, y que estaban, y están, bien relacionadas con el
poder en esos dos países, pero, otras mafias han surgido como hongos al amparo
de la impunidad, como la rusa, la china, la nigeriana, y un largo etc.
Todo el mundo sabe, aunque no se
leen editoriales ni se escuchan discursos sobre el asunto, que las mafias
mueven billones de dólares en el mundo y que sus actividades se desarrollan no
solo entre bambalinas y en las sombras, sino a la luz del día y delante de
nuestras propias narices. Son mafias perfectamente organizadas las que están detrás
de la prostitución y la trata de blancas, son mafias las que están detrás del
tráfico de drogas, son mafias las que se encargan del tráfico de inmigrantes y
son mafias las que tienen los almacenes y la infraestructura para luego
explotar a esos desgraciados haciéndoles vender productos falsificados
ilegalmente. Pero, también son mafias las que juegan con los mercados financieros y con la
vida y hacienda de las personas. Los políticos que nos gobiernan, y los que
están en la oposición, lo saben perfectamente y deberían explicarnos porqué
no hacen nada para impedirlo.
Entre las actividades mafiosas
hay algunas tan horribles que no se diferencian en nada de las atrocidades de
los nazis. Sobresale por su extrema crueldad el secuestro y tráfico de niños,
bien para introducirlos en redes de explotación sexual, bien para que trabajen
como esclavos en barcos anclados en aguas internacionales, de los que nunca
saldrán vivos, o, en el cénit de sus crímenes, para que, como nuevos Menguele,
médicos asesinos les extraigan los órganos para el mercado negro de
trasplantes. La impunidad con que las mafias desarrollan su trabajo, incluso en
la hipócrita y podrida Europa, las ha envalentonado hasta el punto que unos
5.000 niños refugiados han desaparecido y se teme por su suerte lo peor.
Jesús de Nazaret tenía un cariño
especial por los niños, muy conocida es su frase “dejad que los niños se
acerquen a mí” pero mas contundente, y mas actual que nunca, es la que dice “pobre
de aquel que escandalice a un niño, mas le valiera ponerse una piedra de molino
al cuello y tirarse con ella a un pozo”. Maltratar a un niño tampoco tiene
perdón de Dios.
La lucha contra las mafias
requiere la determinación de los Gobiernos y, si estos no hacen nada, la
denuncia y exigencia de los ciudadanos en todos los foros posibles, en la
calle, en los periódicos, en la red, etc, exigiendo a los poderes públicos que
se actúe contra el crimen organizado con la máxima firmeza.
No habrá ningún cambio si el
Pueblo no toma en sus manos el poder que ahora detentan las mafias y los que
comen de su mano.
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