Los ridículos precios del barril
de crudo, que ya ha cotizado por debajo de los 29 dólares, o el hundimiento de
las bolsas del Sudeste Asiático, sobre todo las chinas, que han perdidos
billones de dólares en los últimos meses, son la muestra mas evidente de que la
gran sobreproducción de materias primas e industrial va a abocar al mundo, ya
lo está haciendo, a una crisis económica de unas consecuencias difícilmente previsibles.
La crisis financiero-inmobiliaria
se cerró en falso y los Gobiernos creyeron que sacándole el dinero a los
ciudadanos para salvar a los bancos habían solucionado el problema. Pero, no se
hizo nada para atajar la sobreproducción mundial, sino, como ya he dicho, todo
lo contrario.
El sistema capitalista solo puede
existir si hay crecimiento económico, porque los ajustes y la caída del
beneficio intentando salvar la rentabilidad, casi siempre a costa de los
trabajadores, solo son malos parches. Pero ¿cómo crecer cuando los mercados
están saturados? El caso es que no es cierto que exista saturación en los
mercados de todos los productos, solo de los que tecnológicamente no responden
a las necesidades de una demanda ya existente o que se puede inducir o crear.
Existe una gran oportunidad de inversión en la gran revolución mundial
pendiente, la que debe cambiar el modelo energético y que, en consecuencia,
cambiará el modelo industrial, que no es otra que la de las energías renovables
y el desarrollo de la energía nuclear de fusión, limpia e inagotable. Ese es el
futuro y ese es el cambio que el mundo necesita. Solo la industria del
automóvil tiene ante sí un mercado inmenso para los vehículos eléctricos o de
pila de combustible de hidrógeno. La Biosfera necesita imperativamente ese
cambio para salvarse, pero ya es una evidencia que el propio sistema económico
también.
Como les pasó a los dinosaurios hace
65 millones de años, cuando un meteorito arrasó nuestro planeta, los que no se
adapten rápidamente al cambio desaparecerán.
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