Parece que los índices bursátiles han cambiado de tendencia,
sobre todo en Europa y los EE UU, y que el pánico que se había apoderado de los
parques ha dejado paso, sino a las ganancias, pues aún no se ha recuperado todo
lo perdido desde primeros de año, al menos a que se frenen y no se incrementen
las pérdidas. Pero, no debemos confundirnos, porque lejos de despejarse los
nubarrones que cubren la economía internacional, que acabarán descargando toda
el agua que almacenan, los inversores se están cogiendo como a un clavo
ardiendo, merced a la labor de los intermediarios financieros, a indicios,
anuncios sin confirmar y medidas monetarias poco racionales. Las declaraciones
de algunos responsables políticos rusos en el sentido de que Rusia está
dispuesta a disminuir su producción de crudo hasta en un 5% de forma inmediata
y de que están buscando un acuerdo con la OPEP para que la disminución de la
oferta se generalice, han conseguido que, con solo esas palabras, el precio del
barril haya empezado a remontar y, con él, que las billonarias inversiones en
fractura hidráulica de los EE UU y las maltrechas economías de algunos países
productores tengan un rayo de esperanza. La crisis, sin embargo, es demasiado
profunda para ser optimistas y la reacciones de las bolsas no están
justificadas, solo hay que observar las medidas desesperadas a que están
recurriendo algunos bancos centrales como el de Japón. Si hace muy poco tiempo
a alguien se le hubiera ocurrido decir que por dejarte dinero no solo no te
cobrarían intereses sino que te darían dinero encima todos hubiéramos pensado
que ese buen hombre había perdido la razón, pero eso es lo que ya está
sucediendo en algunos mercados. Y no se trata de que algunas entidades
financieras cobren por los depósitos en vez de pagar intereses y luego presten
dinero quedándose una diferencia, eso entraría dentro de una cierta
racionalidad, se trata de que algunos bancos centrales habían puesto a
funcionar la máquina de hacer billetes con la esperanza de que subiera la
inflación, pues economías importantes están en tasas negativas, pero hete aquí
que nadie pedía prestado dinero, aunque fuera a intereses ridículos, porque la
crisis de la burbuja de la Deuda y sobre todo, la crisis de la sobreproducción
industrial, son tan grandes y dan tanto miedo que hay que ser muy valiente para
hacer hoy grandes inversiones aunque sea con financiaciones de risa.
Como los automóviles, el dinero solo se valoriza si circula,
por eso algunos bancos centrales, en su desesperación, están tomando medidas
muy imprudentes que pueden tener resultados engañosos a corto plazo, como la
subida de las bolsas, pero que a medio plazo resultarán desastrosas. Solo hay
unos inversores capaces de poner ese dinero en circulación, los propios
Estados, con obras públicas y con iniciativas industriales que el sector
privado no está acometiendo. Pero, eso va en contra de lo que hoy se considera
política y económicamente correcto.
Una muestra clara del despiste de los inversores y que
algunas fluctuaciones en los mercados tienen poco que ver con el sentido común
es que mientras, por ejemplo, el oro estaba el 2 de enero de 2.014 a 1.220
dólares la onza, y ahora (29-1-2.016) solo ha bajado hasta los 1.115 dólares,
mientras que el platino que en aquella misma fecha cotizaba a 1.387 dólares la
onza hoy está al ridículo precio de solo 884 dólares ¡con poquísima demanda!
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