El seísmo que ha afectado la
madrugada del lunes 25 de enero al Norte de Marruecos y a la ciudad española de
Melilla, donde, afortunadamente, solo ha habido heridos leves, nos ha vuelto a
recordar que España no solo es un país europeo, también lo es africano, porque
dos de nuestras ciudades, además de algunos islotes y peñones, están en ese
continente al que también pertenecen las Islas Canarias. Mucha gente no tiene
conciencia de donde están algunos países, incluido el suyo. Muchos
norteamericanos creen que España está en Sudamérica, pero aún es peor escuchar
a muchos políticos y analistas hablar de las relaciones entre Europa y Rusia,
cuando Rusia tiene una gran parte de su territorio en Asia, sí, pero es el país
mas grande y poblado de Europa. Que alguien pueda pensar siquiera que un
ciudadano de S. Petersburgo no es europeo da hasta risa. Hay otros grandes
países que están a caballo entre dos continentes y que lo tienen muy claro,
como Turquía, por ejemplo, que aunque tiene una mínima parte de su territorio
en Europa eso le da derecho a poder llegar en el futuro a ser uno mas de los
países de la UE.
Yo creo que la vocación europea
de España, que, para bien y para mal, siempre ha sido un país muy suyo, por no
decir aislado, empezó con la revolución francesa y la ilustración, pero aquello
solo duró hasta que a Napoleón Bonaparte se le ocurrió invadirnos. La libertad, igualdad y fraternidad solo para
los franceses no convenció a los españoles de 1.808. Tras la Guerra de la
Independencia, España volvió a sumirse en el “lado oscuro” de la Historia y ahí
estuvo hasta hace 37 años. El aislamiento cultural, económico y político de
siglos ha sido muy perjudicial para España, pero también ha tenido algunas
ventajas, como no verse involucrada en dos guerras mundiales, todo hay que
decirlo. Viviendo en la dictadura franquista a los españoles les deslumbraba
Europa, la de mas allá de los Pirineos, la Europa rica a donde muchos tenían
que emigrar para poder comer, pero, sobre todo, la Europa de las libertades.
Por eso y, no nos equivoquemos, por ninguna otra cosa, queríamos ser europeos.
Si en los días previos a nuestra incorporación a la Unión Europea a
alguien se le ocurre decir que también somos africanos lo habrían crucificado,
espero que aún hoy yo no corra ese mismo peligro.
Aunque la mayoría de la gente no
se ha enterado y esas noticias solo ocuparon algún pequeño lugar en esas hojas
de los periódicos que casi nadie lee, España lleva algún tiempo participando
activamente en la gran política africana, gracias principalmente a la callada
labor del ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, el mejor ministro, de largo, que ha tenido el Gobierno del PP. Fue especialmente emotivo el discurso que pronunció
el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ante todos los presidentes y jefes
de Estado africanos en Malabo, el 26 de Junio de 2.014, con motivo de la Cumbre
que se celebró en Guinea Ecuatorial (colonia española hasta 1.969)
solidarizándose con el atentado del día anterior en Nigeria y recordando que "España
no tiene que cruzar el océano para ir a África". Nuestro país había ido invitado
por la presidencia mauritana y por los anfitriones guineanos. También fue muy
importante la presencia de S M el Rey Felipe VI en la Cumbre de la Unión
Africana que se desarrolló en la capital de Etiopía entre los días 23 al 31 de
enero de 2.015. El Rey, además de asistir a la apertura de la Sesión Ordinaria
de la Asamblea de Jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Africana, mantuvo encuentros con varios jefes de estado africanos y con el secretario general de
la ONU, Ban Ki-moon.
España ya cuenta con un
representante observador permanente ante la Unión Africana, Miguel Fernández-Palacios,
y hace mucho tiempo que nuestros diplomáticos y empresarios trabajan en África,
la incorporación, como miembro de pleno derecho, a la Unión Africana sería un
paso inteligente y lógico, que para nada está reñida con nuestra vocación
europea y americana.
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