Mientras los focos informativos
apuntan al debate en torno a las negociaciones de los partidos políticos para
intentar formar Gobierno y a las ocurrencias de sus líderes y conspicuos, otras
cosas están sucediendo que nos afectan tanto o más que tener un Ejecutivo lo
antes posible.
La bolsa de Madrid, el IBEX 35,
ha perdido desde principios de año, es decir, en pocos días, casi un 12% y
nadie se atreve a vaticinar lo que puede pasar no ya en las próximas semanas,
sino en las próximas horas. Lo que está sucediendo a la bolsa española no se
debe a la precariedad política, aunque sería deseable tener un Gobierno cuanto
antes, si es que se van a adoptar medidas cabales, claro, que,
independientemente del color político del nuevo Ejecutivo, lo dudo mucho. Para
gobernar mal a veces es mejor estar como estuvieron en Bélgica, mas de año y
medio sin Gobierno. Los belgas dicen que nunca estuvieron mejor.
Por supuesto, lo que está sucediendo
en el parqué madrileño no es una singularidad, porque todas las bolsas
mundiales están retrocediendo, algunas casi en caída libre, pero eso no es un
consuelo para los inversores; si añadimos que la economía española está en una
situación muy delicada, con algunas cifras macroeconómicas que dan miedo: una
Deuda del 100% del PIB, cinco millones de parados y una demanda interna que crece
mucho menos de lo deseable (merced a la caída de los salarios, es decir, a la devaluación
interna que se cargó sobre las espaldas de los trabajadores), tenemos ante
nosotros un panorama económico que no invita precisamente al optimismo, en
contra de lo que nos han querido hacer creer.
Dos son las causas de lo que está
sucediendo: una, que la economía mundial no se ha recuperado de la última
crisis financiero-inmobiliaria, que se cerró en falso, y, otra, el problema de
la sobreproducción mundial de productos industriales y manufacturados y, sobre
todo, de materias primas, principalmente de petróleo. Si ya era de sentido
común que hubiera alguna planificación económica a nivel de Estado, no digamos,
cuando la economía se ha globalizado, a nivel mundial. Pero, la planificación
económica mundial no existe y la autorregulación liberal entre la oferta y la
demanda provoca desastres como el actual. En la España franquista hubo un año
en que subió mucho el precio del azúcar, al año siguiente miles de agricultores
se dedicaron a plantar remolacha azucarera. Cayeron tanto los precios que muchos
se arruinaron. Hubiera sido sencillo planificar cuantas toneladas de azúcar
hacían falta y cuanta remolacha había que plantar para cubrir la demanda y salvaguardar
la rentabilidad de las explotaciones, pero las cosas no funcionaban así, ni
funcionan así en el mundo capitalista.
Desde primeros de año empresas
relacionadas con la industria primaria del acero, como Arcelor y Acerinox han
perdido un 20% en la bolsa madrileña, pero ahora son las relacionadas con el
petróleo las que peor lo están pasando, como Repsol y algunos bancos que tienen
mucho dinero invertido en las petroleras.
Cuando empezaron a caer las
bolsas chinas, que perdieron billones de dólares en pocas semanas, la gente no
fue consciente de lo que se avecinaba, pero aquel era el detonante, como lo fue
la quiebra de Lehman Brothers, de una crisis de consecuencias difíciles de prever.
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