
La prostitución es uno de los
graves problemas que tiene este país y que nunca sale en las encuestas del CIS,
como el problema gitano, por ejemplo. A nadie parece importarle que mas de
400.000 mujeres sean explotadas por las mafias en España y que mas de 800.000
personas, una etnia completa, vivan principalmente de los salarios sociales y
muchos también de actividades al margen de la Ley. Sobre estos asuntos no se ha
corrido un telón de acero, sino la cortina de la vergüenza. ¿Ha visto usted a
las feministas de pacotilla salir a la palestra defendiendo a esas mujeres
esclavizadas? ¿ha visto usted a las descerebradas de Femen manifestarse puño en
alto y pechos al viento, enrabietadas, en La Junquera ante el mayor prostíbulo
de Europa? ¿ha visto usted a los/as que dicen defender a las mujeres poner el
grito en el cielo ante matrimonios de niñas y la ceremonia del pañuelo? Yo
tampoco.
Cuando se habla de actuar sobre
la prostitución, una actividad que en España se mantiene en un limbo legal,
enseguida salen a relucir dos posturas, pues nadie puede sostener que el asunto
hay que dejarlo como está: una, que defiende su legalización, como en Holanda,
donde las prostitutas se pueden ver en los escaparates como si fueran una
mercancía, y, otra, que aboga por su prohibición, como en Suecia y en Francia.
Suecia prohibió la prostitución en 1.999 y el Gobierno de Hollande, con el
apoyo unánime de todos los grupos de izquierda, también la ha prohibido en Francia,
estableciendo multas de 1.500 euros para los clientes y de 3.750 euros si son
reincidentes.
La prostitución, no lo olvidemos,
en un gigantesco nicho de negocio que mueve muchísimo dinero, por tanto, no
debe extrañarnos que la idea de legalizarla nada tiene que ver con acabar con
las mafias, con la trata de blancas y con la explotación miserable de centenares
de miles de mujeres, sino con hacer aflorar una actividad económica que provea
del dinero mas sucio del mundo a las arcas del Estado.
Conviene recordar este terrible
drama ahora que algunos se llenan la boca hablando de cambio.
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