Poco tiempo antes de los atentados del 11M, y de que Aznar perdiera las elecciones, su gobierno tomó una decisión muy importante, una de las pocas decisiones acertadas que, a mí entender, tomaron los gobiernos de D. José María en materia militar (recordemos que fue Aznar el que suprimió la "mili"): ante la obsolescencia de nuestra pequeña flota submarina, se decidió su renovación por una nueva serie, la S-80, que estaría formada por cuatro sumergibles de nueva generación. En un primer momento se barajó la compra o co-fabricación del submarino francés “Scorpéne” (Chile ya ha adquirido 2 unidades) pues ya existía una tradición de cooperación con Francia en la construcción de submarinos (clase Agosta y Daphné) e incluso la compra del sumergible alemán U-212 “Delfín”, que en este momento pasa por ser el mejor de su clase y que se está exportando con éxito (Israel ha adquirido 6 unidades), pero las autoridades españolas decidieron apostar por el desarrollo de un proyecto propio, que daría mayor carga de trabajo, permitiría la adquisición de nuevas tecnologías y daría un salto cualitativo muy importante a nuestros astilleros públicos y que, incluso, como ha sucedido con portaaviones, buques de proyección estratégica, patrulleros de altura y fragatas, se podrían exportar los nuevos submarinos. El reto era enorme por la complejidad del proyecto y, sobre todo, porque la industria española carecía de la experiencia y alta tecnología necesarias. Estos submarinos son de propulsión diesel-eléctrica, pero tienen la particularidad de que la electricidad no la producen los motores diesel y es almacenada en unas baterías, sino que es una pila de combustible de hidrógeno (AIP) la que la genera, proporcionando al sumergible mucha mayor autonomía y velocidad en inmersión, pero con el silencio de los motores eléctricos, algo muy importante en la guerra submarina. Estamos hablando del escalón inmediatamente inferior a los submarinos nucleares, pero con la ventaja de menor firma acústica. Sus sistemas de armas incluyen torpedos autodirigidos, misiles antibuque y misiles de crucero, lo que les hace temibles. En el año 2.005 se inició la construcción del primer submarino de la clase S-80 en los astilleros públicos de Navantia, en Cartagena, y el casco se finalizó el 15 de octubre de 2.010. El 29 de marzo de 2.011 Navantia recibió la vela del submarino y el 11 de abril del mismo año la pila de combustible. El 13 de enero de 2.012 se aprobaron los nombres para los cuatro submarinos de la serie que serán: “Isaac Peral”, “Narciso Monturiol” , “Cosme García” y “Mateo García de los Reyes”. La entrega del primer submarino estaba prevista para el año 2.015 y ya es apremiante porque la situación de los sumergibles de la clase S-70, además de obsoletos, es patética con solo uno en funcionamiento y otro en la gran carena. Pero, en el desarrollo de la fase final surgieron problemas muy importantes, por algunos errores de cálculo el submarino tenía un sobrepeso de entre 75 y 100 toneladas, que puede no parecer excesivo si se compara con sus 2.430 toneladas de desplazamiento en inmersión, pero que es fundamental para su supervivencia y maniobrabilidad y, lo que es aún peor, la pila de combustible se quemó en las pruebas, un incendio a bordo es lo peor que puede suceder en un submarino. Se tomaron entonces decisiones radicales. Para solventar el problema del sobrepeso se alargó un poco el casco, una solución sencilla y práctica dadas las dimensiones muy contenidas del submarino, y se suspendió el contrato de la pila de combustible, cuya construcción se había encargado a la empresa Hynergreen Technologíes S.A, filial de Abengoa, porque no cumplía las especificaciones de eficiencia y seguridad. Todos los contratiempos supusieron partidas adicionales de dinero que han ido aprobando distintos gobiernos. El nuevo sistema AIP será suministrado por Técnicas Reunidas y es distinto, por concepto, del de Abengoa y de los que utilizan en los submarinos de esta clase de Rusia, Alemania, Japón y Suecia, se dice que es el más eficaz del mundo y que será incorporado a los primeros dos submarinos botados cuando el tercero, ya con él instalado, entre en servicio. Pues bien, el próximo día 22 será puesto a flote en las astilleros de Navantia en Cartagena el primer submarino de la clase S-80 Plus, el S-81 "Isaac Peral". Queremos expresar aquí nuestro reconocimiento por su gran esfuerzo a los trabajadores y técnicos de Navantia y a todos los que llevan años embarcados en este proyecto tan complejo y difícil, en la seguridad de que nuestra Marina contará finalmente con el mejor submarino de su clase del mundo. Pero, queda un grave problema por solventar: como sucede con las fragatas de la Armada Española, nuestros submarinos no disponen de misiles de crucero, porque nuestros encantadores aliados, EE UU, que tienen bases militares en España y a los que nuestras FF AA ayudan en sus aventuras imperiales se niegan a suministrarlos. Se podrían comprar misiles de crucero franceses, pero son muy caros y Francia no sería un suministrador confiable en caso de un conflicto con Marruecos, solo cabe la producción propia, como han hecho Israel y Noruega, por ejemplo, y nuestro país está perfectamente capacitado para ello. La decisión hace falta ya mismo.
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