¿Recuerda usted que, tras la
moción de censura que apeó a Rajoy del poder (el PP acababa de ser condenado
por la Justicia como “organización criminal”), se dijo que el nuevo Gobierno era
un gobierno ilegítimo? Pues bien, aunque luego vendrían varias elecciones
generales y una nueva mayoría pudo formar, también democráticamente, el primer gobierno
de coalición en este país, se siguió diciendo lo mismo. Desde el minuto uno, no lo olvidemos, antes de la llegada de la pandemia, la derecha y la ultraderecha, esa
ultraderecha que hasta hace poco tiempo estaba agazapada en el PP, empezaron a insultar en las redes sociales, en la calle y
en todos los foros donde se lo permitían al Gobierno y a sus ministros/tras.
Llegó la pandemia del coronavirus y se subieron al caballo de los muertos y de la
crisis económica asociada a ella para insultar, con los insultos más groseros,
a los miembros del Ejecutivo. Los muertos eran culpa de Sánchez y de Iglesias y
que hubiera que cerrar bares y comercios también, como si en el resto del mundo
no hubiera muertos y no se hubieran tomado medidas, en algunos países incluso mucho más restrictivas que en España. Como ahora no pueden decir que este es un gobierno
ilegítimo, dicen que es un gobierno amoral. Pues, deben ser amorales todos los
gobiernos del mundo empezando por el de Brasil, acabando por el de India y
pasando por el de los los EE UU, países donde los muertos los han tenido que
enterrar en fosas comunes y donde la gente más pobre no ha tenido posibilidad
de ingresar en las UCI para que les salvaran la vida. Pero, como las patrañas repartidas a los cuatro vientos y los acosos
que sufría Pablo Iglesias y su familia, con niños muy pequeños, incluso en las vacaciones que habían ido a disfrutar a Asturias y
que tuvieron que suspender, no eran suficiente, como con el embuste de quién era el responsable de la
gestión de las residencias de ancianos, donde hubo muchos muertos porque, por ejemplo, el
gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid dio la orden de no derivarlos a los
hospitales, tampoco tenían bastante, como, en fin, con tanta bilis contra el Gobierno
“socialcomunista” se podían ahogar en sus propios fluidos, los “demócratas de
toda la vida", mientras clamaban ¡libertad! pasaron a una segunda fase: Vox
presentó una moción de censura con dos objetivos, uno, hostigar con una opa
hostil al PP y, otro, exigir en el Congreso de los Diputados un gobierno de
“salvación nacional”, al margen de las urnas y de la mayoría parlamentaria,
solo faltó que Abascal nos dijera quién era el nuevo “elefante blanco”. A
continuación, militares de alta graduación enviaban cartas al Rey pidiendo su
intervención para dar un golpe de Estado y a uno de esos militares (“son de los
nuestros”, dijo el líder de Vox entonces) se le interceptó un mensaje donde decía que “habría que
matar a 26 millones de hijos de puta, niños incluidos”. Algunos cándidos
manifestaron esos días que se trataba de acciones sin importancia y de excesos
verbales ¿es que ya nos hemos olvidado de nuestra Historia? La
siguiente fase ya ha sido la de las amenazas de muerte: Pablo Iglesias, el
ministro de Interior, Grande-Marlaska, y la directora general de la Guardia
Civil, María Gámez, recibieron sobres con balas de fusil y con notas amenazantes. Lo último es que también a la ministra de Industria, Comercio y
Turismo, Reyes Moroto, le han enviado un sobre amenazándola de muerte con una
navaja manchada de sangre dentro. Empezaron por los comunistas, siguieron con
los socialistas ¿quiénes serán los próximos? Citando a Bertolt Brecht: “ahora
vienen a por mí, pero es demasiado tarde”. Los nazis llamaron ratas a los
judíos, para luego exterminarlos, y la ultraderecha ha llamado rata a Pablo
Iglesias, parece que con la misma intención. Afortunadamente esta no es la
España de los años 30 y los fascistas no tienen a los “reputados demócratas”
Hitler y Mussolini de aliados para echarles una mano, como en Guernica, de cuyo
bombardeo criminal se cumplen ahora 84 años, ni siquiera tienen un Chamberlain
para un comité de no intervención. Estamos en la UE y en el siglo XXI, su
tiempo ya pasó, pero aún no se han dado por enterados. Eso sí, todavía pueden hacer mucho
daño si no se les impide subir más escalones hacia
la locura y si siguen gozando de impunidad.
Lo que ha pasado es el tiempo del comunismo...ustedes ya no engañan a nadie,se darán cuenta el 4 de mayo..en Moncloa saben bien que Madrid será la tumba del socialcomunista que ahora impera...si que pasamos y aún no nos hemos ido,ni nos iremos
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