Dicen que en pocos días el número
de pensionistas ha bajado en España en más de 8.000 personas, el coronavirus,
con su guadaña, ha venido a solucionar el problema de las pensiones, por si la “pastillita
holandesa” no fuera suficiente. Miles de nuestros, para unos padres, para otros
abuelos y para muchos niños bisabuelos, caen como moscas en residencias y en
hospitales. El coronavirus los está matando y ya no caben ni en las UCIS ni en
las morgues. Mueren como perros en las residencias de ancianos o los médicos
los tienen que discriminar según un criterio que prefiero no conocer al
detalle, a este lo entubamos y este, directamente, que se muera. No es culpa de
los médicos, hacen lo que pueden, es que no hay respiradores suficientes para
dar una oportunidad a todos nuestros abuelos de seguir viviendo. Una sociedad
que hace esto a sus mayores es una sociedad de mierda. Estos viejos, estos
cadáveres apilados en el Palacio de Hielo esperando que vengan a recoger sus
ataúdes para incinerarlos, fueron jóvenes un día y muchos de ellos no pudieron
disfrutar su juventud. De niños padecieron una guerra, luego el hambre y
después se mataron a trabajar para sacar a sus familias y a su país adelante.
Cuando yo era un niño pequeño solo veía a mi padre los domingos, cuando me
levantaba por la mañana ya no estaba y cuando mi madre me acostaba por la noche
mi padre aún no había vuelto. Estos ancianos, estos cadáveres a los que les
hemos arrebatado la dignidad, no solo levantaron este país, con sus pírricas
pensiones sostuvieron a las familias tras la crisis del 2008. Si muchas
familias no se fueron al cuerno en España hace una década no fue gracias al
Gobierno, ni al dinero que entre todos dimos a los bancos, fue gracias a nuestros
abuelos. Silicosos o con la columna, la rodilla o la cadera hechas una birria,
pero siempre con una sonrisa después de todo lo que les tocó vivir. Entre los
héroes de estos días, estos, los abuelos, son mis mayores héroes, lo son cuando
mueren solos, sin que ningún familiar les pueda acompañar, y ya lo eran antes,
cuando nos sacaron adelante. Esta crisis sanitaria pasará y vendrá una grave
crisis económica, donde todo el mundo va a sufrir mucho, pero, un aviso para los
gestores, para los políticos que han estado gastando el dinero en chorradas y
tocando el violín como cigarras: ¡ni se les ocurra cebarse otra vez con los
abuelos y abuelas que sobrevivan!
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