¿Cómo del 2021, será la del 2020?
me dirá usted. Pues, no. La crisis económica que ha provocado el “cisne negro”
del coronavirus no la vamos a ver en toda su crudeza hasta el año que viene, hasta
entonces asistiremos a un efecto dominó, a una cascada de acontecimientos que
desembocarán en la mayor crisis económico-financiera que el mundo ha conocido
desde el Crac del 29. En los EE UU tienen miedo a una erupción del volcán Teide,
la elevación más alta de España y el tercer volcán más alto del mundo, situado
en la isla canaria de Tenerife. No es para menos, aunque el Teide está semidormido
desde hace siglos, ni mucho menos apagado, las simulaciones por ordenador presumen
que una erupción dramática del Teide generaría un tsunami con una ola
gigantesca que arrasaría la costa Este del
país americano. Aunque el volcán Krakatoa, o mejor dicho, el hijo de Krakatoa, está en erupción
y podría dar los mismos disgustos que dio su padre, no parece, sin embargo, que
sea este el caso del Teide a corto y medio plazo, el volcán español es bastante
más pacífico. Así que no se preocupen tanto los americanos por un tsunami
originado en las Islas Canarias, que se preocupen por la actividad volcánica
que tienen allí, en sentido literal y en sentido figurado. Sí nos tenemos que
preocupar los europeos por el tsunami económico que nos va a llegar de los EE
UU, por si la crisis económica provocada por el coronavirus no haya inundado ya
suficientemente Europa. Recordemos que la crisis económica relacionada con los
impagos de las hipotecas Subprime, que en Europa se empezó a manifestar en 2008,
ya había estallado en los EE UU en 2007. Pues bien, en 2021 padeceremos en el
Viejo Continente (que tiene de viejo exactamente lo mismo que los demás) la
crisis que primero se va a manifestar en todo su “esplendor” en USA. Cuando
escribo estas líneas el precio del petróleo West Texas cotiza en negativo. Esto
se debe a que la brutal caída de la demanda, tanto de la industria como de los
particulares, ha provocado que las instalaciones americanas de almacenamiento,
incluidas las estratégicas, estén ya al 100% de su capacidad. Llegados a este
punto tienes dos alternativas: o paras la producción o pagas para que te quiten
los barriles de petróleo de encima. La verdad es que se están haciendo las dos
cosas al mismo tiempo, más la primera que la segunda. Hace un par de semanas el
presidente Trump, con su tradicional irresponsabilidad, decía que la caída de
los precios del crudo eran una noticia estupenda y que almacenarían grandes
cantidades de petróleo para hacer un buen negocio. Si usted está al tanto de lo
que hemos comentado otras veces con respecto al apalancamiento billonario de
las compañías petrolíferas americanas con los bancos, pues tendrá una idea
bastante aproximada sobre lo que estamos hablando. EE UU tiene un problema
añadido, su Deuda estratosférica, aunque otros no están en mejor situación y
tienen menos capacidad para disminuirla. Gastar mucho más de lo que ingresas no
es muy inteligente, sobre todo cuando no es para hacer inversiones o lo es para
hacer inversiones con demasiado riesgo. No es lo mismo que la crisis económica
provocada por el coronavirus te coja con una Deuda del 50% sobre el PIB y la
tengas que elevar al 75% a que te pille con una Deuda del 97% sobre el PIB y la
tengas que elevar, siendo optimista, al 123% (caso de España). Más Deuda, más
riesgo, es decir, créditos más caros. Los políticos y los economistas que han
dirigido los destinos del mundo en las últimas décadas puede que sepan mucho
sobre teorías económicas sin contrastar, algo ahora diáfano, pero parece que no
han leído la fábula de la cigarra y la hormiga ni el cuento de los tres cerditos.
El invierno (el tsunami americano) llegará inexorable en 2021 y ni la cigarra
tiene comida ni dos de los cerditos una casa resistente que aguante el viento
que va a soplar fuerte.
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