¿Qué tendrán que ver estas tres
cosas? me preguntará usted, pues mucho. Ha comenzado en España la campaña de la
declaración de la renta, que tendrá de plazo desde el 1 de abril hasta el 30 de
junio. Hay mucha gente contenta porque Hacienda les va a devolver una pequeña
parte de lo que ya les quitó y gente menos contenta porque, además de lo que Hacienda
ya les quitó, tendrán que pagar más encima. Ninguno de todos estos españoles es
verdaderamente rico, esos no pagan. Nos han contado que los impuestos son para
pagar sanidad, educación, carreteras, etc, esas cosas que necesitamos, y usted
añadirá que también para pagar otras cosas poco o nada necesarias, vale; la
verdad es que eso suena muy bien y convence, pero es falso. Los impuestos que
pagamos son una de las formas de valorizar el dinero de mentira con nuestro trabajo
y nuestro esfuerzo y para que usted no pierda la confianza en el papel moneda
sin respaldo de valor, los “mortadelos” que imprimen los bancos centrales. Esta
verdad es ahora más evidente que nunca: ¿si los bancos centrales pueden
imprimir todo el dinero que les da la gana, billones para parar la explosión
social que, si no lo hicieran, provocarían las consecuencias de la pandemia del
coronavirus, para qué narices pagamos impuestos? Pero, una cosa es imprimir
dinero de mentira y otra distinta imprimir muchísimo dinero de mentira. Cuando
imprimes muchísimo dinero de mentira e inundas el mercado con esos “mortadelos”
surge inevitablemente la hiperinflación, no solo el dinero pierde valor, los
bienes o servicios que se pagan con ese dinero también lo pierden porque
también “inflacionan”. Lo que no pierde valor es el oro, porque el oro tiene un
valor en sí mismo por tres razones: Es escaso, es útil en la industria y como
reserva de valor y, lo más importante, da confianza. En economía no hay nada
más importante que la confianza. No es la primera vez que aconsejo comprar oro,
si usted se lo podía permitir y siguió mis recomendaciones habrá obtenido una
buena rentabilidad en los últimos cuatro años, como han conseguido los bancos
centrales de Rusia y China, que se han aprovisionado de oro en grandes
cantidades, pues bien, otra vez se lo vuelvo a aconsejar. Cuando escribo estas
líneas el precio de la onza de oro está a 1.453,06 Euros,1.595,41 dólares, hasta ha bajado algo su precio en las últimas semanas, pero,
escuche usted bien, es probable que se duplique, no solo porque hay miedo a un escenario
hiperinflacionista, también porque, una vez se desate la fiebre del oro, el
metal amarillo va a escasear o incluso desaparecer del mercado, los muy ricos
lo habrán comprado todo. Los líderes mundiales, ministros y voceros de los
gobiernos, y también los líderes de los partidos de la oposición, comparecen
ahora todos los días en las televisiones e inundan Twitter con sus
recomendaciones, con sus arengas y con sus ridículas batallas, nos dan los
números de los contagiados y de los muertos por el coronavirus, nos dicen lo que piensan
hacer y las medidas que van a tomar, pero, ni uno solo de todos ellos nos ha dicho que este “cisne negro” ha provocado la explosión de la burbuja de la
Deuda que ellos han estado hinchando, como si el asunto no tuviera una
importancia capital, nunca mejor dicho. No nos quieren salvar a nosotros,
quieren, sobre todo, salvar su trasero, porque, tras la explosión de la burbuja
financiero-inmobiliaria en 2.008 provocada por los impagos de las hipotecas
Subprime, no dieron dinero a la gente a la que los bancos habían timado, se lo
volvieron a dar a los malos para que siguieran con sus fechorías y eso lleva
aparejadas graves responsabilidades. Lo bueno de este suspense es que nosotros
lo sabemos, pero ellos aún no saben que lo sabemos. Se acabaron los santos inocentes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario