El Homo Sapiens no es la única
especie que utiliza la mentira y el engaño en su propio beneficio, otros
animales también la hacen, la mayoría como instrumento útil para la
supervivencia. Nosotros hemos ido unos pasos más adelante y hemos convertido la
mentira en una cultura. A la gente, aunque digan lo contrario, les encantan las
patrañas. España es el país de Europa donde más adivinos, pitonisas, santeros y
curanderos hay por kilómetro cuadrado. Algunos/nas hasta tienen programas de
televisión donde te dicen, sin cortarse un pelo, que el martes y el miércoles puedes
ganar mucho dinero porque tu signo del zodíaco ha entrado en la casa de Júpiter,
o que el viernes y el sábado son días estupendos para el amor de los sagitario
porque su signo entra en la casa de Venus. Ni uno solo de todos ellos me ha
adivinado los números de la Primitiva ni nos han advertido de la llegada del
coronavirus. Yo estoy completamente seguro que sale el Sr. Piqueras, con cara
seria y verbo grave y pausado, en su noticiario televisivo y nos dice que ha
aterrizado en la Casa de Campo un platillo volante y que de él se han babado
unos alienígenas grises (eso sí, con silueta antropomorfa) que vienen a salvar
a la Humanidad del coronavirus y la gente se lo cree a pies juntillas ¿No tiene
millones de seguidores la religión de la Cienciología? Si nos creemos las
mentiras burdas, los bulos y los embustes más elementales, cómo no nos vamos a
creen los más y mejor elaborados. La inmensa mayoría de los españoles todavía se cree lo
que les contaron de los acontecimientos que sucedieron en nuestro país en 1981.
Pero, no piense usted que tragar con las mentiras es monopolio de la gente con
poca cultura y/o poca información, nada de eso, algunos intelectuales de
pacotilla te dicen con total aplomo que la verdad está sobrevalorada y que todo
es relativo ¿Oiga, como va a ser relativo que el todo es mayor que la parte? les
espetas, y te contestan, depende ¿de qué depende? les preguntas, pues eso
también depende, te contestan. Las mentiras nos encantan si nos gustan y
también si son capaces de engañar a los demás y salir airosos aunque estemos
equivocados. El problema es cuando llegas al punto en que la verdad ya no se la
cree nadie.
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