Desde hace tiempo circula por las
redes sociales y se comenta en muchos foros una idea: que los que cobran
salarios sociales a cambio realicen alguna contraprestación social, algún
trabajo social o comunitario que beneficie a la sociedad que les paga. El
axioma es tan justo, tan claro y tan evidente que, como todo axioma, no
requiere demostración ni más explicaciones. Pues bien, IU ha planteado que algo
así podría implantarse en Asturias, región donde unas 22.000 personas cobran
salarios sociales, pero de los que disfrutan unas 60.000, un nicho de votos,
algo nada baladí, impresionante. En principio la medida mola, mola mucho, mola
mazo, como diría Camilo Sesto, porque los que no tienen donde caerse muertos
podrían cobrar un salario superior a la ayuda que ahora perciben, un sueldo
algo por encima al Salario Mínimo Interprofesional, lo que mejoraría la vida de
esa gente, al tiempo que se realizan trabajos necesarios y que no requieren
especial cualificación, como retirar plumeros de la Pampa, por ejemplo. Pero,
hete aquí que hay letra pequeña, y cuando lees la letra pequeña la iniciativa social
y progresista deja de serlo para convertirse en una ocurrencia más de la
pseudoizquierda (recuerde lo del impresionante nicho de votos). No se trata de
que los perceptores del salario social tengan, por obligación, que hacer
trabajos sociales o comunitarios, bajo condición de que, si no lo aceptan, se
suprima de inmediato la prestación de la que actualmente disfrutan, se trata de
que los que cobran los salarios sociales puedan, a su libre albedrío, apuntarse
a esta nueva iniciativa, o no. Si usted cobra un salario social pero, aunque
esté perfectamente de salud, no tiene ninguna intención de dar palo al agua, o
complementa el salario social con trabajos en la economía sumergida,
obviamente, no se va a apuntar a quitar plumeros de la Pampa. La iniciativa, si
fuera seria, ayudaría a los que de verdad lo merecen y lo necesitan y a eliminar, de paso, una gran bolsa de abuso y de fraude, pero lo
que propone IU, y ha abrazado inmediatamente el Gobierno asturiano, es una
broma, o, para decirlo de otra manera, es una forma de volver a tomar el pelo a
los asturianos, que son los que, vía impuestos, pagan esas prestaciones
sociales. Como faltaba la guinda en el pastel, por no decir la pepita en la
mierda, los empresarios asturianos de la construcción enseguida se han apuntado
al despropósito, ofreciendo puestos de trabajo para los nuevos “empleos verdes”;
el Principado paga los salarios y nosotros empleamos a esta gente. Todos ellos
son encantadores.
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