Acabada la guerra en Siria contra
los asesinos del Estado Islámico y de otros grupos afines, como el Frente al
Nusra, vinculado a Al Qaeda y al que los saudíes cambiaron el nombre para
hacerlo parecer como más presentable, Occidente, el mismo Occidente que, tácita
o explícitamente, apoyó a estos terroristas contra el Gobierno de Damasco, en
concreto Europa, se encuentra ahora con un problema gordo, los retornados. La
mayoría de los fanáticos yihadistas fueron muertos por las fuerzas del Ejército
Árabe Sirio, por los kurdos y por la aviación rusa, pero miles de ellos han
podido huir de las últimas bolsas en que fueron cercados, en algunas ocasiones
después de llegar a un acuerdo para su rendición con las fuerzas gubernamentales
a cambio de respetarles la vida. Como todo el mundo sabe, la gran mayoría de
esos mercenarios no son sirios, sino europeos de origen magrebí y otros de las
regiones rusas del Caúcaso y de algunos países de Asia Central que en su día
fueran repúblicas soviéticas. A estos últimos el presidente ruso, Vladímir
Putin, les tiene un especial “cariño”, porque tuvieron mucho que ver en la
desintegración de la URSS (ver la novela escrita por el exagente de la CIA,
Larry Colins, “Laberinto"), con la derrota soviética en Afganistán y con los
atentados en Rusia. “Perdonar a los terroristas es cosa de Dios, llevarlos ante
él es cosa mía”, es una frase que ha empleado en varias ocasiones el
presidente ruso. Así que ninguno de esos, ni sus mujeres, saldrán de Siria. Pero,
otra cosa son los procedentes de Europa Occidental, esos ya están volviendo
desde hace tiempo, algunos ya han cometido atentados aquí, y todos ellos, y sus
mujeres, son bombas de relojería. Estos días hay un debate sobre la
repatriación de cuatro mujeres de los campos de internamiento para terroristas
en Siria y de 17 niños, entre hijos y otros menores a su cargo. Tres de esas mujeres son de nacionalidad
española y otra de nacionalidad marroquí, pero los 17 niños son todos de
nacionalidad española. Estamos hablando de las que ya se las
conoce como “las viudas negras”. Ya hay gente intentado exonerar a estas
mujeres de los horrendos crímenes cometidos por sus esposos, cuando no por
ellas mismas. “Les comieron el coco”, dicen ya por ahí. Esa coartada serviría
para todos los asesinos que en el mundo han existido, incluidos los criminales
nazis. La verdad es que las “viudas negras del ISIS” colaboraron, cuando no
participaron directamente, en las atrocidades que se han visto en Siria y en
Irak, muchas cometidas contra otras mujeres, como las yazidíes. Tanto ellas
como sus hijos de más edad recibieron “instrucción militar”. Su destino no
puede ser otro que la cárcel, donde deberán purgar lo que han hecho, y el de
sus hijos librarlos de ellas por unos cuantos años. La Audiencia Nacional ya ha ordenado su detención. Veremos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario