Pocas veces hablan de nuestra
región en los telediarios, importamos poco, pero los primeros días de este
diciembre, cuando sobre Madrid se estancó la “boina” de la contaminación
atmosférica, otra ciudad española fue noticia por lo mismo, Oviedo. Bueno, para
decir verdad, estas dos ciudades no fueron noticia por el nivel de partículas
en suspensión, que superaban ampliamente las recomendaciones europeas y de la
OMS, sino por las medidas radicales que se adoptaron, como disminuir la
velocidad de los automóviles e impedir su aparcamiento, en el caso de Madrid, y
cerrar la autopista “Y” en el de Oviedo. No hay cosa mejor que salir en los
telediarios para ser alguien y esta vez, que, por supuesto, no ha sido la
primera donde se superan los límites establecidos, la contaminación atmosférica
ha sido la protagonista y la que ha abierto un encendido debate.
Si es obvio que el tráfico rodado y las antiguas
calefacciones de carbón son las causas responsables de la contaminación
atmosférica en la capital de España, pues no existen grandes industrias contaminantes
en los alrededores de Madrid, no lo son, en absoluto, en Oviedo y en otras
poblaciones de Asturias, en particular en Gijón y Avilés, donde todo el mundo
sabe que son algunas industrias, perfectamente identificadas por los
ciudadanos, las que llevan años emponzoñando el aire que respiramos con total
impunidad. El Gobierno del Principado y, en particular, la consejera de
Infraestructuras, Ordenación del Territorio y Medio Ambiente, Belén Fernández
(que se ha convertido, por voluntad propia, en la mentirosa mayor de Asturias)
han querido convencer a la opinión pública de lo contrario, sin mucho éxito,
eso sí. Si esa consejería no estaba suficientemente desprestigiada, por las
fechorías de SOGEPSA, las irregularidades en la ampliación de El Musel y la
intención de construir una macroincineradora en Serín, la nueva consejera
quiere sublimar las andanzas de su compañero, que, afortunadamente, se ha ido a
Santander, Francisco González Buendía.
Se ha creado una comisión, que es
lo que siempre se hace cuando no se piensa hacer nada, para tratar el asunto de
la contaminación atmosférica en Asturias, y se han puesto sobre la mesa decenas
de miles de euros, que nos hacen falta para otras cosas, para investigar lo que
ya todos sabemos, sus causas.
La falsedad de los argumentos de
quienes nos gobiernan, acusando al tráfico automovilístico de los picos de
polución, es evidente, porque es precisamente durante la noche, cuando casi no
hay coches circulando, cuando la contaminación atmosférica aumenta hasta
límites intolerables. En efecto, los vecinos de Jove, de La Calzada, de
Monteana, de Veriña, de Xivares, de Aboño, etc, por poner solo unos ejemplos de
algunas zonas gravemente afectadas, saben perfectamente que eso es así y que
viene siéndolo desde hace años. La única que no quiere enterarse es la
consejera Belén Fernández. Que coja un paraguas blanco y que pase una noche en
la zona Oeste de Gijón, a ver si se cae de la burra.
La anterior alcaldesa de Gijón,
Dña Paz, ya nos quiso convencer de que industria y contaminación son
consustanciales y que si queremos puestos de trabajo hay que apechugar con
esto. Es el mismo discurso de los que defienden el carbón y las centrales
electrotérmicas mientras hablan de capturar CO2 y otras tonterías.
La verdad es que hay una comunión
de intereses, algunos inconfesables, en Asturias (la comunidad autónoma con la
mayor tasa de mortalidad de España y que casualmente es la que mas contaminación
atmosférica tiene) que trabajan para que las autoridades no hagan cumplir la
legislación y para que pretendan seguir engañando a los asturianos.
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