Antes de la llegada de la
pandemia, hagamos algo de memoria, el mundo estaba asistiendo a tres graves
problemas: Una Deuda estratosférica de los países occidentales, que no paraba de
crecer, una crisis, la financiero-inmobiliaria, que se había cerrado en falso,
y una guerra comercial que se había abierto entre los EE UU y China, entre los
países económicamente más poderosos del planeta. La casi ausencia total de planificación
económica de los países capitalistas (aquí no hay planes quinquenales ni nada
parecido) y, como consecuencia, la sobreproducción industrial, están en la raíz
de estos problemas. Para Occidente la globalización fue una gran idea, abrir un
mercado, el de China, de 1.400 millones de personas, por ejemplo, era maravilloso
y daría salida a esa sobreproducción industrial. Pero la cosa cambió cuando
China adquirió tecnología y se puso a fabricar de todo a la mitad de precio,
entonces lo maravilloso se tornó en un desastre absoluto. Pero, la gran guerra
que se está librando ahora en el mundo no es la guerra comercial, es la guerra
monetaria, me explico: Los países occidentales habrían caído en un escenario
revolucionario si no hubieran decidido que sus Bancos Centrales imprimieran
papel moneda a destajo para regalárselo a sus empresas y a sus trabajadores. En
los EE UU, se está dando ahora la paradoja de que, con las ayudas de esos
dólares de mentira, sin respaldo de valor, el 75% de sus trabajadores ganan más
que antes de la pandemia, ¡y decenas de millones de ellos sin trabajar! Seamos
serios: la renta básica universal, por ejemplo, es el instrumento del
capitalismo para evitar una revolución proletaria. Naturalmente, estas
políticas de locura tienen consecuencias, tienen consecuencias graves. Nos
encontramos en un escenario donde la pregunta ya no es cuánto va a subir el
oro, sino cuanto va a bajar el dólar (todavía la moneda patrón) y otras monedas
Fiat. Otra paradoja de esta crisis es que estamos abocados a un horizonte
deflacionista, algo bueno para la gente, porque bajarían los precios, pero que
aterroriza a los gobiernos, porque encarecería la Deuda. La guerra monetaria,
una guerra tremenda que no suele salir en los periódicos, se está librando ahora
entre Oriente y Occidente, mientras los bancos centrales de Rusia y China no
hacen más que acumular oro (el Banco Central de Rusia ha cambiado 400.000
millones de dólares por más de 500 toneladas de oro en los últimos meses) y
están potenciando criptomonedas, como el Bitcoin, los bancos centrales
occidentales, sobre todo la Reserva Federal, siguen imprimiendo “mortadelos”
como locos. Hasta un niño se daría cuenta de que nadie va a confiar en una
moneda que no está respaldada por un valor real; siendo así ¿por qué el dólar
iba a seguir siendo la moneda patrón? El oro es un valor mucho más real, aunque
el tiempo, en verdad, es el único valor real ¿Acabará el oro desplazando al
dólar como divisa internacional?
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