No habrá vuelta a la normalidad,
ni siquiera vuelta a la “nueva normalidad”, ya nada va a ser normal,
asumámoslo. A mí me desconciertan algunas opiniones de personas que dicen, sin
cortarse un pelo, que no habrá un nuevo confinamiento de la población, que
España no se lo podría permitir. Lo dicen como si encerrar a toda la población,
como hicieron casi todos los países del mundo, fuera una opción; no fue una
opción, fue una obligación, no hubo más remedio, porque los hospitales y las
UCIs estaban a rebosar. Nadie quiere volver a un escenario como aquel y es
cierto que España no se podría permitir económicamente, socialmente y políticamente
volver a encerrar en sus casas a toda la población, pero, podría, esperemos que
no, otra vez ser una obligación, salvo que lo que se prefiera es la opción de
dejar morir a la gente, claro, esa sí sería una opción, una tremenda opción que
espero que nadie, ningún “experto”, se esté planteando. La vuelta a los
colegios es muy importante por razones que a ninguno se nos escapan: A pesar
del esfuerzo que se ha hecho por la educación a distancia, nuestros niños han
perdido medio curso. Tampoco se debe condenar a toda una generación a un lastre
educativo y social, pues las actividades extraescolares también fueron
suspendidas, un lastre para toda su vida. Los colegios se han convertido
también en guarderías, pues muchos padres no podrían trabajar si los niños no
están en el colegio (la conciliación, es cierto, es otro asunto pendiente).
Pero, las aulas, es evidente, pueden ser un foco de contagio enorme si no se
hacen las cosas bien. La mayoría de los niños son asintomáticos, así que
medidas como la toma de temperatura (que, además, se pueden confundir con otras
infecciones, como la gripe) no serían eficaces. Tampoco se me escapa que
mantener la disciplina de la distancia y de las normas con niños pequeños no es
nada fácil. Por todo eso es necesario un protocolo de actuación claro, que todo
el mundo sepa cómo actuar y qué tiene que hacer antes las contingencias, test
masivos periódicos, para profesores y alumnos, distancias de seguridad entre
los pupitres, contratación de más profesores, etc. Sobre los educadores va a
recaer ahora mucha responsabilidad, y tendrán que asumirla. Plantearse huelgas,
como se está haciendo en Madrid, es muy poco responsable y muy poco ético en
esta coyuntura, pero, los profesores necesitarán instrumentos para poder
desarrollar su trabajo en el entorno de una nueva era, que no normalidad, y hay
que proporcionárselos.
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