Hace pocos días Vox, el partido
ultraderechista español, ha inaugurado el primer local de su nuevo sindicato
¿lo ha inaugurado en un barrio obrero de cualquier ciudad de nuestro país? no,
lo ha inaugurado en el Barrio de Salamanca, el barrio de los ricos de Madrid, a
los que ahora, desde que intervienen agrupados por Vox en política desde la
calle y las redes sociales, se les llama “cayetanos”, por la extremista rica,
marquesa, solo española (además de francesa y argentina) desde 2007 y portavoz
parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo, que sintoniza mucho más con
Vox, como su padrino, Aznar, que con su propio partido. “Vox no es un partido
fascista, le falta el componente social, Vox es un partido ultraliberal y
ultracatólico”, la frase que Julio Anguita soltó en una entrevista sorprendió a
mucha gente, pero el difunto exsecretario general del PCE y excoordinador
general de IU, como siempre, sabía muy bien lo que decía. En efecto, el grupo
parlamentario europeo de Vox no se integró con los partidos neofascistas
europeos en Estrasburgo, con el partido de Le Pen y el de Salvini, por ejemplo,
se integró con los ultracatólicos polacos, seguramente en esto tiene algo que
ver que se dice que una de las fuentes de financiación de Vox ha sido el grupo militar
ultracatólico mexicano “El Yunque” ¿Sabe usted que nombre le han puesto Vox y
su inventor, Jorge Buxadé, el más extremista entre los extremistas
ultraderechistas, a su sindicato? pues, le ha puesto el nombre de “Solidaridad”.
Ahora solo hace falta que los de Abascal traigan a un Papa del Opus (con
Francisco eso no va a poder ser) para que les bendiga su nueva sede sindical.
Desde que desapareció el sindicato vertical con la llegada de la democracia y
las libertades, ni la derecha ni la ultraderecha han tenido un sindicato en
España, pero tomaduras de pelo y bromas ya hemos visto alguna ¿Se acuerda usted
del pseudosindicato “Manos Limpias”, que en realidad las tenía sucias, y a qué
se dedicaba? La ultraderecha en España ha vuelto para destruir, lo hemos visto
todos con su grosera actuación en la pandemia del coronavirus, votando sistemáticamente
en contra del Estado de Alarma e inundando las redes sociales de patrañas, de
bulos y de montajes. A la ultraderecha no le gusta ni la democracia (cuando no
mandan ellos, claro) ni las libertades y, lógicamente, tampoco le gustan las
libertades sindicales. Vox está a favor del despido por baja médica, Vox está
contra el derecho de huelga, Vox está contra los convenios colectivos sectoriales
y, por tanto, contra la negociación colectiva, un instrumento que permite a los
trabajadores, siempre en inferioridad de condiciones, no ser presionados en
exceso por los empresarios, Vox está, en fin, a favor de que los trabajadores
paguen la mitad de sus cotizaciones a los bancos. El nuevo sindicato
ultraderechista es una quinta columna contra los trabajadores y contra los
sindicatos de clase, ese es su único objetivo. Su estrategia será atacar a CC
OO y UGT, aprovechándose de sus errores del pasado, para dejar indefensos a los
trabajadores en plena crisis económica por el coronavirus. “Solidaridad” ni
siquiera es un sindicato amarillo, es un insulto a la inteligencia de los
currantes, y no va a desarrollar su labor en las empresas, a eso no se van a
atrever ni los empresarios, ahora que papá Estado es más necesario e imprescindible
que nunca, también para ellos, van a estar tan locos como para colaborar con
esta gente, la piensa desarrollar en los medios ultraderechistas de propaganda, pues de eso se trata, de una operación de propaganda, a la que esta gente son tan aficionados y tienen tan históricos maestros. Para eso cuentan con algún diario afín, la cadena de TV “el Toro” y las redes sociales. Estamos
ante una correa de trasmisión de Vox encantadora, tan encantadora como el
propio Vox. Obviamente, fracasará.
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