Hay un giro dramático de los
acontecimientos: El miércoles 29 de abril, Francia y Reino Unido adelantaron a España
en número de muertos por coronavirus. Es
decir, nuestro país ha pasado de ser el segundo de Europa en número de fallecidos
al cuarto. Pero, si Alemania contabilizara los muertos por coronavirus que ya
tenían patologías previas (que son casi todos), España sería el quinto país de
la UE en número de muertos, por detrás de Reino Unido, Italia, Francia y Alemania, exactamente
el puesto que, lógicamente, le corresponde en función al número de habitantes.
Llegados a este punto, el relato de que los culpables son Pedro Sánchez y el
Gobierno “socialcomunista” se cae a pedazos. Ya les había dicho que aún no se
había terminado la película, que aún estábamos en el NO-DO, su NO-DO.
SI NO HACEMOS NADA, HASTA LOS MUERTOS, CONVERTIDOS EN FANTASMAS CON BIRRETE BLANCO, EMERGERAN DE LAS TUMBAS PARA EXIGIR JUSTICIA.
jueves, 30 de abril de 2020
miércoles, 29 de abril de 2020
EL PLAN Y LA CONSPIRACIÓN
El martes 28 de abril el
presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, expuso el plan de su
Ejecutivo para la desescalada. Un plan de cuatro fases, variable y asimétrico,
como no puede ser de otra manera en un escenario de total incertidumbre como el
que nos encontramos. El plan no ha gustado a la derecha, no ha gustado a la
ultraderecha y no ha gustado a los independentistas, pero bueno, tampoco les hubiera gustado ningún otro. Lo que más me ha
llamado la atención no ha sido el plan, bastante cabal a mi parecer, sino
algunas reacciones al plan, en particular las de los pequeños empresarios,
hosteleros y comerciantes, es decir de la pequeña burguesía, por cierto, uno de
los nichos de votos más importantes de la ultraderecha. Llama la atención que
exactamente los mismos que acusaron a Sánchez de imprudente por no haber
decretado antes el Estado de Alarma y que en las redes sociales lo llaman
asesino, enterrador y adjetivos a cual más cariñoso, ahora, en la desescalada,
lo que pretenden es que, desde ya, bares, cafeterías, tiendas, restaurantes,
hoteles, cines, etc, puedan abrir con el 100% de su aforo. Si cuando se decretó
el Estado de Alarma el día 14 de marzo en España había menos de 150 muertos
acumulados de las semanas anteriores y ahora estamos en 300 muertos diarios el
relato de la imprudencia se te cae a pedazos si resulta que ahora te importa un
pimiento si hay aglomeraciones o se llenan los aforos. Cuando el Gobierno dice
que durante algunas semanas tendrá que haber un control sobre la gente que
entra en bares, comercios, hoteles, etc, y que en las primeras fases no podrá
ser superior a 1/3 del aforo, algunos se suben por las paredes, dicen que así
sus negocios no son rentables y que tendrán que cerrar. Pues bien, lo mismo les
pasa a los trabajadores, para los que no es rentable estar con un ERTE por el
que solo van a cobrar una parte de su ya miserable sueldo y los que se han ido
directamente a la calle. Aquí todo el mundo lo va a pasar mal ¿lo hemos
entendido? Cuando el relato se te cae a pedazos, el mundo se desmorona delante
de tus narices y el Estado adquiere un protagonismo que ni en tus peores sueños
te hubieras imaginado, si eres un ultraderechista, o un independentista ultraderechista, te
cabreas, te cabreas mucho. El problema es que si esto está sucediendo a nivel
mundial y está afectando a los países más poderosos económicamente no puedes ir
diciendo a la gente que la culpa la tiene Sánchez y su Gobierno “socialcomunista”,
no cuela. Así que una parte de la derecha y la ultraderecha se han inventado
una conspiración. Los mismos que durante el franquismo se inventaron una
conspiración judeo-masónica para explicar los males que aquejaban a España y
los mismos que se inventaron una conspiración de socialistas, etarras e
islamistas para explicar los atentados del 11M, ahora dicen que esta crisis la
han provocado el Gobierno chino, Bill Gates y George Soros, los comunistas, los
globalistas y los judíos unidos en un aquelarre para acabar con nosotros ¿Y
quién dirige ese cotarro? nos preguntaremos, pues también nos lo han dicho: el
jefe es el mismo diablo, Satanás, por eso Bill Gates registró una patente con
el número 666 y George Soros tiene una oficina en una calle de una ciudad china
con el número 666. Hay que estar completamente locos para creer este tipo de
cosas, pero, ojo, la gente también se creyó que los arios eran una raza
superior y algunos hasta que los comunistas tenían cuernos y rabo. El diablo,
eso sí, no los va a poder demandar por la patraña. Los que no vivimos en el
mundo de Yupi estamos a otras cosas y somos perfectamente conscientes de lo que
está pasando y de lo que está sufriendo la gente. Aunque no sabemos en qué va a
acabar todo esto, se trata ahora de minimizar daños en la medida de lo posible.
sábado, 25 de abril de 2020
viernes, 24 de abril de 2020
NO EQUIVOCARSE
Yo creo que tanto el Poder
Judicial, como los jueces, no deberían
equivocarse, al margen de algunas declaraciones y actuaciones desafortunadas, como
las de Iglesias, que, eso sí, ya van unas cuantas (pero no solo de Iglesias, ni
de su partido, ni de la izquierda, y que ya hemos denunciado en otras ocasiones)
en identificar a sus verdaderos enemigos, que no son otros que los enemigos de
la democracia, no UP. Algunos jueces
saben perfectamente de lo que hablo; son gente inteligente y lo tienen bastante
claro. No es la primera vez que alguna institución importante del Estado se equivoca
de enemigos y se tiene que caer del guindo. Me estoy refiriendo, por ejemplo, a
la Monarquía. Tras los problemas que tuvo la Monarquía Española durante la
Transición con la extrema derecha y con una parte de la derecha y tras lo que
sucedió en torno al intento del golpe de estado del 23F, Juan Carlos I pensaba
que los únicos enemigos que le quedaban era una parte de la izquierda
socialista y “los comunistas”, pero que no eran demasiado peligrosos. El
entonces rey estaba completamente equivocado y fueron precisamente esos que él
pensaba que eran sus enemigos los que ayudaron a abortar un golpe de Estado que
se estaba preparando, mucho mejor y más elaborado, pero con protagonistas muy
parecidos a los que ya anteriormente habían querido cargarse la Monarquía.
Salvo la periodista Pilar Urbano y poca gente más, casi no se ha hablado de
este asunto y la inmensa mayoría de los españoles no tienen ni idea de lo que
sucedió entre bambalinas en ese segundo intento de golpe de Estado, vamos, ni siquiera han oído hablar de él.
jueves, 23 de abril de 2020
MENTIRAS

miércoles, 22 de abril de 2020
LA VERDAD DE LA CRISIS
Mucha gente ya empieza a estar
más preocupada por la crisis económica asociada a la crisis sanitaria del
coronavirus que por el peligro que representa el bicho para su salud; es algo
entendible, porque hay sectores productivos enteros cuya actividad se ha
paralizado por completo y las ayudas de los Estados no van a ser suficientes
para mitigar el impacto que va a provocar en la microeconomía, en la vida de
las personas, la falta de ingresos cuando al mismo tiempo hay que sostener
gastos, algunos básicos, como la alimentación y la vivienda. A mí lo que más me
llama la atención es la prisa que los ciudadanos, que los Gobiernos, que la
sociedad entera, tienen por volver a la situación anterior ¿De verdad pensamos
que la crisis económica que vamos a padecer está solamente asociada al
coronavirus o ya teníamos indicios, ya teníamos algunos datos, que apuntaban a
una grave crisis económica y el coronavirus solo ha sido el detonante, solo la
ha acelerado, solo ha comprimido en el tiempo lo que se nos avecinaba? Yo creo
que, aunque no hubiera aparecido esta pandemia, el mundo estaba abocado igualmente
a una grave crisis, no solo económica. Cinco son, a mi entender, las causas
principales de una crisis de causas poliédricas que era inevitable: la
sobreproducción industrial, el endeudamiento excesivo de los Estados, el
despilfarro de materias primas, el acoso inmisericorde al medio ambiente y la
ausencia total de planificación económica estatal. Quien piense que la solución
a la crisis económica asociada a la crisis sanitaria del coronavirus es volver
a lo que teníamos antes, a la situación anterior, se va a equivocar.
lunes, 20 de abril de 2020
LA CRISIS DEL 2021. EL TSUNAMI AMERICANO
¿Cómo del 2021, será la del 2020?
me dirá usted. Pues, no. La crisis económica que ha provocado el “cisne negro”
del coronavirus no la vamos a ver en toda su crudeza hasta el año que viene, hasta
entonces asistiremos a un efecto dominó, a una cascada de acontecimientos que
desembocarán en la mayor crisis económico-financiera que el mundo ha conocido
desde el Crac del 29. En los EE UU tienen miedo a una erupción del volcán Teide,
la elevación más alta de España y el tercer volcán más alto del mundo, situado
en la isla canaria de Tenerife. No es para menos, aunque el Teide está semidormido
desde hace siglos, ni mucho menos apagado, las simulaciones por ordenador presumen
que una erupción dramática del Teide generaría un tsunami con una ola
gigantesca que arrasaría la costa Este del
país americano. Aunque el volcán Krakatoa, o mejor dicho, el hijo de Krakatoa, está en erupción
y podría dar los mismos disgustos que dio su padre, no parece, sin embargo, que
sea este el caso del Teide a corto y medio plazo, el volcán español es bastante
más pacífico. Así que no se preocupen tanto los americanos por un tsunami
originado en las Islas Canarias, que se preocupen por la actividad volcánica
que tienen allí, en sentido literal y en sentido figurado. Sí nos tenemos que
preocupar los europeos por el tsunami económico que nos va a llegar de los EE
UU, por si la crisis económica provocada por el coronavirus no haya inundado ya
suficientemente Europa. Recordemos que la crisis económica relacionada con los
impagos de las hipotecas Subprime, que en Europa se empezó a manifestar en 2008,
ya había estallado en los EE UU en 2007. Pues bien, en 2021 padeceremos en el
Viejo Continente (que tiene de viejo exactamente lo mismo que los demás) la
crisis que primero se va a manifestar en todo su “esplendor” en USA. Cuando
escribo estas líneas el precio del petróleo West Texas cotiza en negativo. Esto
se debe a que la brutal caída de la demanda, tanto de la industria como de los
particulares, ha provocado que las instalaciones americanas de almacenamiento,
incluidas las estratégicas, estén ya al 100% de su capacidad. Llegados a este
punto tienes dos alternativas: o paras la producción o pagas para que te quiten
los barriles de petróleo de encima. La verdad es que se están haciendo las dos
cosas al mismo tiempo, más la primera que la segunda. Hace un par de semanas el
presidente Trump, con su tradicional irresponsabilidad, decía que la caída de
los precios del crudo eran una noticia estupenda y que almacenarían grandes
cantidades de petróleo para hacer un buen negocio. Si usted está al tanto de lo
que hemos comentado otras veces con respecto al apalancamiento billonario de
las compañías petrolíferas americanas con los bancos, pues tendrá una idea
bastante aproximada sobre lo que estamos hablando. EE UU tiene un problema
añadido, su Deuda estratosférica, aunque otros no están en mejor situación y
tienen menos capacidad para disminuirla. Gastar mucho más de lo que ingresas no
es muy inteligente, sobre todo cuando no es para hacer inversiones o lo es para
hacer inversiones con demasiado riesgo. No es lo mismo que la crisis económica
provocada por el coronavirus te coja con una Deuda del 50% sobre el PIB y la
tengas que elevar al 75% a que te pille con una Deuda del 97% sobre el PIB y la
tengas que elevar, siendo optimista, al 123% (caso de España). Más Deuda, más
riesgo, es decir, créditos más caros. Los políticos y los economistas que han
dirigido los destinos del mundo en las últimas décadas puede que sepan mucho
sobre teorías económicas sin contrastar, algo ahora diáfano, pero parece que no
han leído la fábula de la cigarra y la hormiga ni el cuento de los tres cerditos.
El invierno (el tsunami americano) llegará inexorable en 2021 y ni la cigarra
tiene comida ni dos de los cerditos una casa resistente que aguante el viento
que va a soplar fuerte.
EN DEFENSA DE UN GENERAL DE LA BENEMÉRITA
Si hace muchos años me hubieran
dicho que iba a escribir defendiendo a un general de la Benemérita no me lo
hubiera creído, pero, esta Guardia Civil no es la de Franco ni la de Tejero, es
la Guardia Civil de todos, es la Guardia Civil a la que nadie ha agradecido
suficientemente todo su sacrificio en los “años de plomo”, cuando se partía la
cara en primera línea contra el terrorismo poniendo los muertos y las víctimas
en defensa de la democracia, de las libertades y de la unidad del Estado. En
aquel tiempo adquirí un compromiso, un compromiso que voy a mantener, soy un
tipo de palabra: La Benemérita es la niña de mis ojos. Pues bien, el Jefe del
Estado Mayor de la Guardia Civil, el teniente general José Manuel Santiago,
pronunció unas palabras en la comparecencia diaria del comité de crisis del
coronavirus, un comité del que, por cierto, tres de sus miembros han caído
infectados y nadie les ha dado las gracias por su labor, que han levantado una
gran polvareda, una gran polémica. Cuando el teniente general José Manuel Santiago
contestaba a una pregunta sobre las redes sociales dijo exactamente esto: “Trabajamos
en dos ámbitos, evitar el estrés social que producen los bulos y minimizar ese
clima contrario a la gestión de la crisis por parte del Gobierno” ¿cuál es el
problema? Ni el Jefe del Estado Mayor de la Benemérita ha dicho que no se puede
criticar al Gobierno ni ha dicho que la Guardia Civil trabaja en evitar las
críticas al Gobierno ¿hay alguien, en su sano juicio, que se pueda creer algo
así? lo que dijo, reléanse sus palabras con detenimiento, es otra cosa. Así que
a mí me importa un pimiento las críticas del PP y de Vox, utilizando también
groseramente a la Guardia Civil para atacar al Gobierno, y también me importa
la misma hortaliza las disculpas del Gobierno al “error” del jefe de la Benemérita,
que, en mi opinión, no se ha equivocado en nada. Añado un rábano al pimiento y
no me importa ser el único en este país que defiende, sin ambages, a este
general de la Benemérita y a lo que ha dicho.
domingo, 19 de abril de 2020
DESESCALADA
El sábado 18 de abril el
presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, nos anunció otras dos semanas de
encierro, algo que todos esperábamos, porque las cifras de contagios y de
muertos todavía no invitan al optimismo y sería una imprudencia otra alternativa.
La decisión del Gobierno, naturalmente, tiene que pasar por la aprobación del
Congreso de los Diputados, donde no creo que la oposición sea tan irresponsable
como para no votar a favor, salvo Vox, que ya votó en contra en la prórroga
anterior. Nuestro Gobierno empezó a actuar en esta pandemia un poco tarde,
pero, sin que esto sirva de consuelo, la mayoría de los países occidentales aún
lo hicieron después y alguno ni siquiera ha tomado ninguna medida. Paradigmáticos
son Suecia y los EE UU. En el país nórdico se lo han tomado a pitorreo y ahora
los inmigrantes, que son allí los más pobres, empiezan a caer como moscas. En
los EE UU, líder mundial de la pandemia, la ultraderecha se ha echado a la
calle con sus armas, exigiendo volver al trabajo y a la normalidad, mientras
los hospitales no dan abasto y tienen que enterrar a la gente en fosas comunes.
El presidente Trump, en Twitter, erigiéndose en su líder indiscutible, anima a
los irresponsables a presionar a los gobernadores. En España el coronavirus se
ha cebado con la población y en estos momentos nuestro país es de los más
castigados del mundo, pero todavía estamos en medio de la película, ya haremos
balance al final. Hemos tenido falta de seriedad con las cifras y el Gobierno
ha tenido que reaccionar, aunque también tarde. A la gente lo que más le asusta
no son las cifras de contagiados y de muertos, es la falta de rigurosidad y la
incertidumbre y no puedes tener un criterio hoy, otro mañana y otro pasado
mañana en el conteo. Tampoco podemos tener una idea exacta de la situación y
actuar en consecuencia si las cifras no son rigurosas ¿qué lo mismo está
pasando en otros países? pues sí, pero eso no sirve de disculpa. Pedro Sánchez
no quiso engañar a la gente y nos dijo que estamos en un escenario de incertidumbre
donde nadie sabe cómo va a evolucionar la situación. La desescalada empezará ya
el día 27 de este mes con la salida controlada de los niños a la calle, y puede
que también se pueda hacer deporte individual. A partir del 11 de mayo se
seguirá con más medidas. Es obvio que cuanto antes puedan volver a funcionar
los negocios, las empresas y la economía en general, tanto mejor para todos,
pero, en las primeras fases de desescalada la prudencia y la responsabilidad van a ser más
importantes que nunca y el presidente Sánchez ya nos ha dejado claro de que si volviéramos
hacia atrás en los contagios volveríamos al encierro.
sábado, 18 de abril de 2020
RENTA BÁSICA, SOCIEDAD DUAL
Es cierto, España es un enfermo de coronavirus
que ya tenía patologías previas. Una de esas “patologías” era la sociedad dual,
en nuestro país había una sociedad paralela de millones de personas, es
imposible saber exactamente cuántas, que vivían en la economía sumergida o de
los salarios sociales o ambas cosas al mismo tiempo. Toda esa gente se ha
quedado ahora en una grave situación al quedarse, una buena parte, sin ningún
ingreso y otra con los ingresos disminuidos. Pero, hete aquí que la izquierda
tiene la solución, el salario social o renta básica. La renta básica es una
demanda tradicional de la izquierda, pero ya está ampliamente extendida en
España, tanto en CC AA, como en ayuntamientos, también donde gobierna la
derecha. Lo que se pretende ahora es hacerla extensiva a todos los ciudadanos
“en peligro de exclusión social” o “en grave estado de necesidad” y a
perpetuidad. Hay asuntos delicados de tratar, y de criticar, y este, sin
duda alguna, es uno de ellos, aún más cuando se hace desde un prisma óptico de
izquierda. Es de justicia, y de sentido común, que no se puede dejar caer a
nadie a las alcantarillas y que son muchos los españoles que por culpa de la
crisis y de las nefastas políticas implementadas en los últimos años en España
se encuentran en una grave situación económica, el problema es que,
en el sistema económico que vivimos, la creación de riqueza es imprescindible
para que el Estado pueda luego repartir. Es decir, no puede haber subvenciones
si no hay crecimiento económico y no puede haber crecimiento económico si no
hay inversión. El recurso al déficit y a engordar la Deuda Pública hasta cotas
estratosféricas, que es lo que se pretende, traerá muchos disgustos. Nadie
entiende que se quiera dar un salario social básico a otro millón de personas
en vez de darles un trabajo, aunque sea un trabajo social de media jornada ¿Es
que no hay nada que hacer, no hay trabajos sociales que hacer en este país? Nadie
lo entiende salvo que lo que se pretenda no sea que la gente tenga un ingreso
vital asociado a un trabajo o a una contraprestación social ¡menudo filtro! sino la creación
de una estructura clientelar. Parece de locos que con más de tres millones y
medio de personas apuntadas al paro y más de cuatro millones sujetos a ERTES
los agricultores se quejen de que no tienen mano de obra para recoger las
cosechas. Mientras algunos pretenden (Errejón) que los trabajadores muy
cualificados, los que tienen puestos directivos en las empresas, porque han
estudiado y se han esforzado mientras otros no quisieron hacerlo, paguen hasta
el 70% de su salario en impuestos, exactamente los mismos quieren que millones
de personan vivan a costa de los que trabajan sin dar un palo al agua. Sin duda
alguna esta no va a ser la medida estrella de la izquierda, va a ser su
perdición. Habrá menos creación de riqueza, habrá más paro, habrá más fraude
fiscal y habrá más déficit y más Deuda. La tormenta perfecta.
jueves, 16 de abril de 2020
LAS FASES Y EL CRITERIO
En esta crisis todavía no hemos
pasado del punto de negación, no hemos asumido plenamente lo que nos está
pasando, eso es lo que suele hacer la mente humana ante una situación traumática.
Pronto entraremos (algunos ya lo han hecho) en la fase de la ira, y luego nos
quedarán las fases de la negociación (no me refiero a la negociación política,
sino a la negociación con nosotros mismos), de la depresión y la última será la
de la aceptación, aceptar que esto no es un sueño y que nada de lo anterior volverá
a ser igual. Lo peor para hacer este tránsito, y para lo que vendrá tras él, es
la incertidumbre. Cuando la incertidumbre se enseñorea de la sociedad, de la economía y de la
vida de las personas no se pueden hacer planes, ni previsiones, ni proyectos y
eso los humanos lo llevamos muy mal. No se llega a la fase de la aceptación si
no hay certidumbre ¡cuidado! y, en ese caso, en muy fácil volver a la depresión
o incluso a la ira. Para que haya aceptación tiene que haber un criterio, algo
que despeje la incertidumbre, no importa tanto que el criterio sea acertado
como que exista, pero tiene que ser convincente. A mí me preocupa mucho que en esta
crisis sanitaria no exista un criterio, no me refiero ahora a un criterio sobre
lo que pasará dentro de unos meses o dentro de un par de años, hacer ese
ejercicio de adivinación sería poco serio, no lo sabe nadie y difícilmente
podrías convencer a la gente, me refiero a que ni siquiera exista un criterio
sobre como contabilizar los contagios y los muertos. La gente puede perdonar la
falta de previsión, porque la mayoría entiende que nadie nos tomamos demasiado
en serio, ni los ciudadanos de a pie ni los Gobiernos, que un virus que andaba
por China, como otros que aparecieron hace años en Asia, llegaría aquí con esta
intensidad y poniéndolo todo patas arriba, pero, lo que la gente no va a
perdonar es que ahora se actúe alegremente mientras los fallecidos llenan las
morgues, no va a perdonar los palos de ciego, no va a perdonar la falta de
criterio, no va a perdonar, para decirlo de una vez, que le provoquen más
incertidumbre. No puede ser que cada comunidad autónoma tenga un criterio para
contabilizar los contagios y los muertos, no puede ser que cada país de la UE
cuente como le da la gana, porque así es imposible saber en qué situación
estamos, es imposible comparar, es imposible tomar medidas serias y es
imposible no causar más incertidumbre. Dicen que hay que clases de mentiras:
las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas, pero, en la situación
que estamos no se puede mentir con las estadísticas y tanto la Comisión Europea
como los Gobiernos, empezando por el nuestro, deben tomar las medidas
pertinentes al respecto y deben hacerlo ya mismo. Más que el número de muertos
asusta la incertidumbre.
domingo, 12 de abril de 2020
EL CAPITALISMO MARXISTA
Si Karl Marx resucitara no
creería lo que verían sus ojos, un país erigido en primera potencia económica
mundial, China, con una economía capitalista pero dirigido por un partido comunista,
aunque manteniendo la planificación económica del Estado (esa es la clave del
éxito chino). Tampoco se creería que el mundo capitalista ha quedado paralizado
por un bicho microscópico, que media Humanidad está encerrada en sus casas y
que las fábricas, los comercios, casi todo, está cerrado. La verdad es que a
nosotros todavía nos cuesta trabajo creer lo que nos está pasando y a veces
tenemos que frotarnos los ojos por si esto no fuera más que una pesadilla o una
película de ciencia-ficción. El mundo y las creencias están patas arriba. No
hay una oración eficaz contra el coronavirus y nadie sabe en qué va a acabar
todo esto. Tome usted buena nota porque los que ahora no dicen nada luego
acusarán a todo el mundo de no haber previsto el desenlace. Son exactamente los
mismo que en enero no dijeron nada y ahora acusan a todo el mundo de irresponsable.
Decirme qué acciones debería haber comprado cuando se ha cerrado el parqué, y
ya conocemos todos como han quedado las cotizaciones, no vale. Marx había
previsto que, en la última fase del capitalismo, el poder lo detentarían los
oligopolios y los bancos y que los Estados estarían a sus órdenes, y la verdad
es que en esas estábamos. Hace mucho tiempo que las teorías económicas de Adam
Smith se quedaron obsoletas, el economista y filósofo escocés ya estaba más
desfasado que los pantalones de pata elefante, ni el mundo caminaba por sí
mismo, ni había libertad de mercado y libre competencia. El pez grande no se
comía al pez chico, sino que unos pocos megalodón se comían toda la fauna del
océano. Sin embargo, sobrevivía la clase social que había inventado el liberalismo
económico y que luego había sacrificado sus principios al neoliberalismo de la
Escuela de Chicago, la burguesía, o, mejor, dicho, la pequeño-burguesía. El mundo todavía no estaba dividido entre los
milmillonarios y los proletarios. Aunque parezca increíble, esta clase social,
la de los pequeño-burgueses, no era una aliada de la clase social proletaria,
sino de los megalodón, los que, en su proceso imparable de acumulación de
capital, se los estaban comiendo con patatas. Pero, hete aquí que llegó el
Covid-19 y todos han acudido, pedigüeños, a postrarse de rodillas ante papá
Estado, todos quieren ayudas y todos quieren que el Estado, ese al que tanto
habían aborrecido, intervenga y los salve. Han convertido el título de un
programa de telebasura en un grito: ¡Sálvame! Aunque jamás lo reconocerán,
todos se han hecho marxistas. Queda diáfano, queda meridianamente claro, que,
en verdad, la Historia no se había terminado.
domingo, 5 de abril de 2020
¿UNOS SEGUNDOS PACTOS DE LA MONCLOA?
El sábado 4 de abril el presidente
del Gobierno de España, Pedro Sánchez, anunció que, dada la evolución de la
pandemia, el Gobierno iba a decretar otros 15 días más del Estado de Emergencia,
es decir, un total de 45 días, de momento, que se alargarían hasta el 26 de
abril. Como todo el mundo sabe, estos nuevos 15 días, como los 15 días anteriores
(no los primeros 15 días) tienen que ser autorizados por el Congreso de los
Diputados. Aprovechó el presidente este anuncio para pronunciar un discurso,
muy bien estructurado (estas cosas se le dan muy bien a Iván Redondo, su asesor)
pero excesivamente largo, como viene siendo habitual últimamente. El
tedio es a veces consustancial con los discursos largos y si caes en él puedes
dejar de prestar la debida atención a asuntos muy importantes que se digan en
ellos. No es el caso. Dos asuntos, entre el mar de arengas y llamadas a la
responsabilidad, me llamaron poderosamente la atención: uno fue cuando el
presidente se refirió a la Deuda, cuando dijo, sin cortarse un pelo, que vamos
a tener que recurrir a endeudarnos hasta las cejas para sacar este país adelante
y que esa Deuda la pagarán nuestros hijos y nuestros nietos. Bien, no está mal que
se digan las verdades que hasta ahora no se decían, porque eso es, exactamente,
lo que pasa con la Deuda actual, una parte de su amortización ya la estamos
pagando nosotros ahora, pero otra parte importante, hasta su total liquidación
(es un decir, claro) la pagarán nuestros hijos y nuestros nietos, que no nos
traen un pan bajo el brazo, pero que les ponemos nosotros, bien asido a su mano,
un caldero lleno de piedras. El otro asunto importante con el que yo me quedé
fue el llamamiento que hizo Pedro Sánchez a unos segundos Pactos de la Moncloa.
El presidente nos dijo para qué serían esos pactos, para volver a levantar el
país, pero no entró en pormenores, y a veces los pormenores son lo
verdaderamente importante. El asunto del endeudamiento se contradice con las
palabras que Sánchez pronunció en el mismo discurso respecto a los llamados “coronabonos”
o “eurobonos” (a los que dijo no renunciar) que no serían una línea de crédito
como las que la UE ya tiene abiertas para los Estados y para los bancos. No
nos aclaró el presidente si España recurriría a esas líneas de crédito si
finalmente no hay “coronabonos” o si se recurriría igualmente y este no es un
tema baladí. Cojamos ahora una máquina del tiempo y viajemos a la España del
otoño de 1977, es decir, hace nada menos que 43 años, que fue cuando se
firmaron los Pactos de la Moncloa. Estamos hablando de un país que hacía dos
años que había salido de una dictadura, un país que necesitaba una reconversión
industrial, un país con una inflación del 26,39%, un país azotado por la crisis
del petróleo, y un país donde muchos derechos y libertades que ahora nos
parecen normales aún no existían. Algunos detalles importantes de aquellos
pactos, en realidad unos pactos de estabilidad donde los trabajadores pondrían
la mayor parte con una merma importante de sus salarios, conviene recordarlos:
los salarios crecerían por debajo de la inflación y a cambio habría mayores
libertades políticas y sindicales y se despenalizaría el adulterio, el
amancebamiento y los anticonceptivos. Es obvio que aquella España no se parece
en nada a esta. Se le podría dar el mismo nombre a unos acuerdos de las fuerzas
políticas y los agentes sociales, pero también se le podría dar cualquier otro.
Sin embargo, llamar a un nuevo trágala para los trabajadores "Los Segundos Pactos
de La Moncloa" sería una buena coartada y suena bien. Atentos.
viernes, 3 de abril de 2020
LOS ABUELOS DEL CORONAVIRUS
Dicen que en pocos días el número
de pensionistas ha bajado en España en más de 8.000 personas, el coronavirus,
con su guadaña, ha venido a solucionar el problema de las pensiones, por si la “pastillita
holandesa” no fuera suficiente. Miles de nuestros, para unos padres, para otros
abuelos y para muchos niños bisabuelos, caen como moscas en residencias y en
hospitales. El coronavirus los está matando y ya no caben ni en las UCIS ni en
las morgues. Mueren como perros en las residencias de ancianos o los médicos
los tienen que discriminar según un criterio que prefiero no conocer al
detalle, a este lo entubamos y este, directamente, que se muera. No es culpa de
los médicos, hacen lo que pueden, es que no hay respiradores suficientes para
dar una oportunidad a todos nuestros abuelos de seguir viviendo. Una sociedad
que hace esto a sus mayores es una sociedad de mierda. Estos viejos, estos
cadáveres apilados en el Palacio de Hielo esperando que vengan a recoger sus
ataúdes para incinerarlos, fueron jóvenes un día y muchos de ellos no pudieron
disfrutar su juventud. De niños padecieron una guerra, luego el hambre y
después se mataron a trabajar para sacar a sus familias y a su país adelante.
Cuando yo era un niño pequeño solo veía a mi padre los domingos, cuando me
levantaba por la mañana ya no estaba y cuando mi madre me acostaba por la noche
mi padre aún no había vuelto. Estos ancianos, estos cadáveres a los que les
hemos arrebatado la dignidad, no solo levantaron este país, con sus pírricas
pensiones sostuvieron a las familias tras la crisis del 2008. Si muchas
familias no se fueron al cuerno en España hace una década no fue gracias al
Gobierno, ni al dinero que entre todos dimos a los bancos, fue gracias a nuestros
abuelos. Silicosos o con la columna, la rodilla o la cadera hechas una birria,
pero siempre con una sonrisa después de todo lo que les tocó vivir. Entre los
héroes de estos días, estos, los abuelos, son mis mayores héroes, lo son cuando
mueren solos, sin que ningún familiar les pueda acompañar, y ya lo eran antes,
cuando nos sacaron adelante. Esta crisis sanitaria pasará y vendrá una grave
crisis económica, donde todo el mundo va a sufrir mucho, pero, un aviso para los
gestores, para los políticos que han estado gastando el dinero en chorradas y
tocando el violín como cigarras: ¡ni se les ocurra cebarse otra vez con los
abuelos y abuelas que sobrevivan!
jueves, 2 de abril de 2020
CIFRAS QUE DAN MIEDO
El paro ha aumentado en España en
más de 310.000 personas en solo un mes. Recuerdas ahora la promesa incumplida
de Felipe González de crear 800.000 puestos de trabajo en toda una legislatura
y te da la risa. Era algo previsible, porque ¿qué se podía esperar si los
trabajadores y las empresas españolas, como los/las de muchos países del mundo
en estos momentos, están casi todos en casa y casi todas cerradas? La cifra da miedo, pero, da
aún más miedo pensar que van a ser muchos más, muchos más incluso que cuando la
crisis del 2008. El coronavirus no solo ha venido con su guadaña a llevarse,
sobre todo, a los ancianos, ha venido a ponerlo todo patas arriba, ha venido a
hacer explosionar la burbuja de la Deuda y a hacer aflorar las graves
contradicciones y los graves errores de unas sociedades que llevaban mucho
tiempo bailando alegres al borde mismo del precipicio. Un ejemplo: mientras el
paro en nuestro país alcanza a más de 3.500.000 personas, los empresarios del
campo se quejan de que no tienen mano de obra. Tenemos en España tres graves
problemas, que destacan entre un inmenso mar de problemas que a nadie importan,
tres problemas que es necesario identificar claramente: 1- La crisis del
coronavirus. 2- La crisis por la explosión de la burbuja de la Deuda 3-Una economía
muy dependiente de sectores que se van a ver muy gravemente afectados, turismo
y fabricación de automóviles. En particular el turismo representaba (hablemos
ya en pasado) nada menos que el 15% del PIB de nuestro país y daba empleo a
millones de personas. Pienso lo que puede suceder en Canarias y Baleares, entre
otras CC AA, y es para echarse a temblar ¿Se acuerdan, los que sigan a este
humilde francotirador del teclado, lo que dijimos hace ya bastante tiempo sobre
la mesa de tres patas y la mesa de 20 patas? Pues bien, una de las patas gordas
de la mesa de tres patas se ha roto y otra se ha quebrado y, lógicamente, la
mesa se ha venido abajo. Nos encontramos en un escenario dantesco, pero no
tanto por lo que vemos ahora como por la incertidumbre sobre lo que vamos a ver
en los próximos meses y en los próximos años. Era falso que la Historia se
hubiera acabado. Es en estas situaciones cuando lo más importante es tener la
cabeza fría y que no cunda el pánico. Eso sí, tonterías ya ninguna, ya gente no
las va a tolerar.
miércoles, 1 de abril de 2020
IMPUESTOS, ORO Y CORONAVIRUS
¿Qué tendrán que ver estas tres
cosas? me preguntará usted, pues mucho. Ha comenzado en España la campaña de la
declaración de la renta, que tendrá de plazo desde el 1 de abril hasta el 30 de
junio. Hay mucha gente contenta porque Hacienda les va a devolver una pequeña
parte de lo que ya les quitó y gente menos contenta porque, además de lo que Hacienda
ya les quitó, tendrán que pagar más encima. Ninguno de todos estos españoles es
verdaderamente rico, esos no pagan. Nos han contado que los impuestos son para
pagar sanidad, educación, carreteras, etc, esas cosas que necesitamos, y usted
añadirá que también para pagar otras cosas poco o nada necesarias, vale; la
verdad es que eso suena muy bien y convence, pero es falso. Los impuestos que
pagamos son una de las formas de valorizar el dinero de mentira con nuestro trabajo
y nuestro esfuerzo y para que usted no pierda la confianza en el papel moneda
sin respaldo de valor, los “mortadelos” que imprimen los bancos centrales. Esta
verdad es ahora más evidente que nunca: ¿si los bancos centrales pueden
imprimir todo el dinero que les da la gana, billones para parar la explosión
social que, si no lo hicieran, provocarían las consecuencias de la pandemia del
coronavirus, para qué narices pagamos impuestos? Pero, una cosa es imprimir
dinero de mentira y otra distinta imprimir muchísimo dinero de mentira. Cuando
imprimes muchísimo dinero de mentira e inundas el mercado con esos “mortadelos”
surge inevitablemente la hiperinflación, no solo el dinero pierde valor, los
bienes o servicios que se pagan con ese dinero también lo pierden porque
también “inflacionan”. Lo que no pierde valor es el oro, porque el oro tiene un
valor en sí mismo por tres razones: Es escaso, es útil en la industria y como
reserva de valor y, lo más importante, da confianza. En economía no hay nada
más importante que la confianza. No es la primera vez que aconsejo comprar oro,
si usted se lo podía permitir y siguió mis recomendaciones habrá obtenido una
buena rentabilidad en los últimos cuatro años, como han conseguido los bancos
centrales de Rusia y China, que se han aprovisionado de oro en grandes
cantidades, pues bien, otra vez se lo vuelvo a aconsejar. Cuando escribo estas
líneas el precio de la onza de oro está a 1.453,06 Euros,1.595,41 dólares, hasta ha bajado algo su precio en las últimas semanas, pero,
escuche usted bien, es probable que se duplique, no solo porque hay miedo a un escenario
hiperinflacionista, también porque, una vez se desate la fiebre del oro, el
metal amarillo va a escasear o incluso desaparecer del mercado, los muy ricos
lo habrán comprado todo. Los líderes mundiales, ministros y voceros de los
gobiernos, y también los líderes de los partidos de la oposición, comparecen
ahora todos los días en las televisiones e inundan Twitter con sus
recomendaciones, con sus arengas y con sus ridículas batallas, nos dan los
números de los contagiados y de los muertos por el coronavirus, nos dicen lo que piensan
hacer y las medidas que van a tomar, pero, ni uno solo de todos ellos nos ha dicho que este “cisne negro” ha provocado la explosión de la burbuja de la
Deuda que ellos han estado hinchando, como si el asunto no tuviera una
importancia capital, nunca mejor dicho. No nos quieren salvar a nosotros,
quieren, sobre todo, salvar su trasero, porque, tras la explosión de la burbuja
financiero-inmobiliaria en 2.008 provocada por los impagos de las hipotecas
Subprime, no dieron dinero a la gente a la que los bancos habían timado, se lo
volvieron a dar a los malos para que siguieran con sus fechorías y eso lleva
aparejadas graves responsabilidades. Lo bueno de este suspense es que nosotros
lo sabemos, pero ellos aún no saben que lo sabemos. Se acabaron los santos inocentes.
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