
El terrorismo islamista ha tenido
como objetivos distintos escenarios, desde trenes a estadios deportivos, desde
teatros a escuelas, pero los vuelos de aviones civiles, por varias razones,
como la dificultad para establecer las causas y la autoría, han sido objetivos
prioritarios, a pesar del notable incremento de la seguridad y las inspecciones
al pasaje.
Pero, no solo han sido los
islamistas los que han elegido los aviones de pasajeros como objetivos o los
han utilizado para fines inconfesables, sin importarles lo mas mínimo la vida
de inocentes.
El 6 de octubre de 1.976, un
Douglas DC-8, de Cubana de Aviación, volaba entre las islas de Barbados y
Jamaica, con destino La Habana, cuando fue objeto de un atentado terrorista. En
el avión se habían colocado dos bombas que debían explotar al mismo tiempo,
pero un fallo hizo que hubiera un intervalo de varios minutos entre las
explosiones y que en la primera el avión no se desintegrara, dando tiempo al
comandante de la nave a comunicar a la torre de control que había explotado una
bomba colocada en el baño trasero. Murieron las 73 personas que viajaban en la
aeronave. Hoy se sabe que el responsable directo fue el agente de la CIA Luis
Posada Carriles.
Todavía existe una gran controversia
por lo que sucedió, en verdad, con el vuelo 007, de Korean Air, que fue
derribado por cazas soviéticos el 1 de septiembre de 1.983. Mientras los EE UU
mantienen que un error de la tripulación desvió el aparato 500 kilómetros de su
ruta, otros, incluidos muchos pilotos y las autoridades soviéticas y ahora
rusas, mantienen que el avión de pasajeros fue utilizado como pantalla, sin
saberlo su comandante, para cubrir las actividades de espionaje de un RC-135
estadounidense que operaba en las inmediaciones, para obtener información de las
bases soviéticas en la isla de Sajalin, en el Océano Pacífico. El vuelo del
Jumbo Boeing 747-200, de Korean Air, con
240 pasajeros y 29 tripulantes a bordo, había partido de Nueva York y tenía como
destino el aeropuerto internacional de Gimpo, en Corea del Sur. Había hecho una
escala técnica en Alaska para repostar combustible y desde allí se dirigía
hacia Corea del Sur en vuelo automático. La defensa aérea soviética, que
vigilaba las actividades del RC-135 USA, recibió la orden de interceptar un eco
radárico que había penetrado su espacio aéreo restringido y que no respondía a
las llamadas de advertencia.
También está en la mente de todos
el atentado que agentes libios cometieron contra el Jumbo Boeing 747 de Pam Am,
el 21 de diciembre de 1.988, donde murieron los 259 ocupantes del avión y 11
residentes de la localidad escocesa de Lockerbie, donde cayeron los restos del
aparato.
Pero, no adelantemos
acontecimientos, porque ha habido accidentes que tenían toda la apariencia de
atentado y luego las investigaciones determinaron otra cosa bien distinta, como
ocurrió con el vuelo 447, de Air France. El 1 de junio del 2.009, el Airbús A
330-200, con 216 pasajeros y 12 tripulantes desapareció sobre el Océano Atlántico
cuando se dirigía desde Río de Janeiro a París. Meses después las “cajas negras”
revelaron que unas pequeñas piedras de hielo que penetraron en los medidores de
la velocidad del aire del avión engañaron a los pilotos haciendo que el aparato
entrara en pérdida y provocando la tragedia.
Dejemos el veredicto final a la
comisión de investigación.
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