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Una de las cosas buenas que
tienen las magnitudes macroeconómicas es que se miden en cifras y estas no son
subjetivas, como las opiniones o las ideas, y son bastante difíciles de
manipular o tergiversar. Por eso, en la coyuntura real en que nos encontramos,
es muy fácil desmontar los discursos cargados de falso optimismo y las patrañas
para engañar a los votantes. Mientras nos cuentan que la economía mejora,
crecen los concursos de acreedores, el cierre de comercios y empresas y sigue
cayendo en picado la venta de pisos, por ejemplo. Estos días los conspicuos del
PP y algunos miembros del Gobierno que preside Mariano Rajoy han intentado
vendernos que el objetivo de déficit casi se ha cumplido, pues solo ha quedado
ligeramente por encima de lo marcado por Bruselas. Pero, lo que no nos han
contado es que los 40.000 millones de euros de ayuda a la banca, mas alguna
otra partida adicional, no se han contabilizado. Una argucia del nuevo
despotismo que se ha instalado en Europa, y en España, para no alarmar a la
gente. Sin embargo, esos créditos hay que pagarlos, por eso nuestra Deuda
Pública ha crecido exponencialmente y el año que viene superará el 100% del
Producto Interior Bruto. Al mismo tiempo, contradiciendo también las manifestaciones
del Gobierno, el PIB se ha reducido el pasado Ejercicio. Es decir, mientras nos dicen que
la economía mejora, desciende el PIB. Tendrán que explicarnos este extraño
silogismo.
Otro indicador que clarifica el
verdadero panorama económico español es que llevamos varios meses con inflación
negativa, aunque son muchos los que se resisten a hablar de deflación. Este
indicador es un signo inequívoco de la contracción del mercado interno y de la
devaluación total del país y es una dificultad añadida para salir del pozo,
porque retrae la inversión y paraliza una buena parte de las transacciones. ¿Quién
va a comprar un piso o hacer cualquier tipo de adquisición importante si mañana
los precios serán mas baratos?
Mientras estas cosas ocurren, el
Gobierno carga contra Cáritas por su informe donde dice que los niños españoles
son los segundos de Europa que peor lo están pasando y que son muchos los que
padecen hambre o no pueden tener una alimentación adecuada. Por supuesto esto
es extensible a los adultos, particularmente a los parados y a muchos
pensionistas que están manteniendo a sus hijos y sus nietos haciendo verdaderos
milagros.
Pero, a pesar de que han laminado
la clase media y han bajado el nivel de vida de millones de trabajadores, la
fiesta continúa. Por primera vez, Hacienda ha recaudado menos por fraude
fiscal, cuando este ha aumentado mucho, y nadie parece plantearse tomar el
asunto en serio.
El último bofetón a los
ciudadanos va a ser la nacionalización de las autopistas, algo que puede
suponer cerca de 4.000 millones de euros, porque, con la crisis, las concesionarias
pierden dinero. Cuando privatizaron Repsol, Telefónica, etc, y unas 50 empresas
rentables solo en el periodo entre 1.996 y 2.007, nos dijeron que era una
imposición de la EU. También era falso, pero necesitaban el dinero para seguir de
juerga y sin hacer los deberes.
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