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Con el fin de la URSS no solo
cayó el Muro de Berlín, se abrieron algunas cajas de Pandora que el tiempo ha
demostrado nefastas. El equilibrio estratégico basado en la convicción de la “destrucción
mutua asegurada” desapareció, dando lugar a nuevas doctrinas militares muy
peligrosas, que parecen soslayar el riesgo de holocausto nuclear mundial. Pero
también se abrió la veda para dibujar nuevos mapas, rompiéndose algunos países
y apareciendo otros, algo que, no deberíamos olvidarlo, fue la causa de todas
las guerras que ha sufrido Europa. La desintegración de la URSS no fue
demasiado traumática porque esa entidad estatal se había formado no hacía mucho
tiempo, en los años 20 del siglo pasado, y solo estaba mantenida por una
ideología política, no por fuertes lazos históricos y culturales. Eso mismo
sucedió con Checoslovaquia. Pero, Yugoslavia era otra cosa, a ese avispero que
el croata Josip Broz “Tito” había logrado mantener unido después de derrotar a
los nazis llegó el virus nacionalista y la OTAN hizo todo lo posible para que
se extendiera la infección, apoyando terroristas e incluso usando su
fuerza militar en bombardeos aéreos. Los
conflictos regionales también se extendieron al Caúcaso y desde entonces en
Europa ha vuelto el olor a sangre y pólvora.
La nueva moda se propagó, porque
se trazaban nuevas fronteras y se salía impune. Tensiones históricas que los
Estados habían logrado anestesiar volvían a brotar con ímpetu: en Italia, en
Gran Bretaña, en Bélgica o en España, las regiones mas ricas quieren
independizarse y dan pasos decisivos en esa línea, merced a la debilidad de los
propios Estados, cuyo poder e influencia cada vez es menor, y a la complicidad
del nuevo orden económico mundial.
Los conflictos de Yugoslavia, el
Caúcaso y Crimea nos han enseñado que la fuerza militar ha vuelto a Europa como
forma para resolver las discrepancias, al margen del sentido común y de la
legalidad internacional de la ONU.
Si los separatistas catalanes
declararan unilateralmente la independencia, al margen de la Constitución y de
la autoridad del Gobierno del Estado, España se encontraría en una situación
dramática, porque eso mismo sucedería en el País Vasco casi de inmediato y a la
pusilanimidad de nuestros políticos y una buena parte de la ciudadanía habría
que añadir que nuestras FF AA se encuentran en una situación tal, por el escaso
número de efectivos y medios, que serían incapaces de cumplir con el mandato constitucional.
Dijera lo que dijera el presidente Rajoy, la desintegración de España sería un hecho y Artur Mas y los secesionistas lo
saben.
La Historia ha demostrado que la
pérdida del poder estatal y la fragmentación de entidades que se habían
mantenido unidas durante siglos, lejos de solucionar los conflictos, generan otros
nuevos mucho mas graves. Ya estamos asistiendo a escenarios que hace pocos años
no nos podíamos ni imaginar, pero podemos llegar a ver como el nuevo imperialismo
de aldea se quiere anexionar los “Países Catalanes” en una huida hacia adelante
de locura, en medio de nuevas guerras que ahora se nos antojan de ciencia
ficción.
Pero tampoco hay que hablar como si España siempre hubiera sido como es ahora, tampoco es asi, fue cambiando a través de los siglos, con presencia de romanos, reinos por aquí y allá, los árabes; ect, igual que otros paises, el mapa mundial siempre ha cambiado, tampoco estoy de acuerdo con una declaración de independencia unilateralmente por parte de Catalunya, se puede hacer un referendo como hizo Serbia y Montenegro, aunque el gobierno central odbiamente no lo permitirá,
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