EL SHOW DE ROCIÍTO

 

La Cinco, una de las cadenas de TV pertenecientes a Mediaset España, que a su vez depende de la empresa italiana Mediaset, controlada por Silvio Berluscuni, ya hace bastante tiempo que nos viene deleitando con algunos de sus programas, entre los más groseros, o más basura, podemos encontrar varios de esos que se han dado en llamar “realities shows” o simplemente, y abreviando, “realities”, como Gran hermano, Supervivientes, la Isla de las Tentaciones, etc, que tienen a mucha gente enganchada a la pantalla durante meses. Hasta a mí, que no me gustan nada este tipo de programas, me han enganchado más de una vez, así que no me extraña que tengan millones de telespectadores. El problema de este tipo de programas es que a la gente le terminan por cansar y para mantener la audiencia siempre hay que ir un paso más allá, llegando a límites obscenos y peligrosos socialmente.  La cadena de televisión, donde los heterosexuales están discriminados negativamente, tiene en nómina y/o paga exclusivas a los miembros de dos familias andaluzas desde hace años, los Pantoja y los Mohedano, que desnudan sus miserias y se sacan los ojos ante la audiencia sin pudor alguno a cambio de sustanciosos cheques. Pero, Mediaset ha ido un paso más allá, un paso para mí muy preocupante, ha contratado a una enferma mental (dicho por ella misma) para que, en unos cuantos capítulos y a cambio, al parecer, de un millón de euros relate “su verdad”, que no casualmente es la verdad de las que nunca mienten, eso nos han dicho, la verdad de las mujeres. Da exactamente igual que esa verdad vaya en contra de las resoluciones judiciales (los jueces, y supongo que también las juezas, son unos machistas, también nos han contado), da igual que se puedan lanzar graves acusaciones en público de maltrato contra otra persona sin pruebas y da igual que se desvelen públicamente delitos cometidos por una niña. La “buena madre”, a cambio de un buen cheque, como todos los de la familia, y como su exmarido, el exguardia civil al que acusaron de quedarse con el dinero de las multas, se desnuda emocionalmente por capítulos, llorando mejor que nadie y salpimentando su relato con el relato que el nuevo feminismo totalitario, y los que le hacen el caldo gordo, quiere imponernos. Rocío carrasco ha cometido ya en la primera entrega de su show varios delitos, pero eso no importa a la gente que ya ha cerrado filas con "otra mujer maltratada”, una mujer que no está en sus cabales y a la que seguramente todo esto pasará una grave factura a su salud. Lo peor de todo es que una cadena de televisión se preste a ello, que los poderes públicos lo permitan (en los países serios hablar de la vida íntima de terceros y de los delitos de un menor, identificándolo, está prohibido y acarrea graves multas y penas) y que todos lo veamos. Tras el Show de Rociíto llegó el debate, un debate donde, no por casualidad, no había nadie que la contradijera o que pusiera en cuestión su relato. El totalitarismo al que asistimos puede quemar en la hoguera a una persona en directo, sea culpable o inocente y aunque la Justicia le haya dado la razón, sin que pueda defenderse y si hay algún díscolo le dan la cuenta, como ya se la han dado al interpelado. Los que imprudentemente se han subido a este carro no saben bien a qué carro se han subido, porque el Show de Rociíto ya está a un paso muy corto del Show de Truman. Todo sea por la audiencia y por el negocio ¡Cuidado!