Lo que le ha pasado a Pedro Sánchez
y al PSOE en los últimos años es una historia épica. Un personaje, al que los
propios barones socialistas y los poderes fácticos capitaneados por el hasta
hacía poco intocable Felipe González dan un golpe y lo apean de la secretaría
general, regresa gracias a la responsabilidad de la militancia, gana una moción
de censura con solo 84 diputados y el PSOE vuelve a ser, con diferencia, el
partido más votado de España. Lo nunca visto. Pues bien, son precisamente los
medios donde le decían de todo a Sánchez, desde okupa a enemigo de España, con
el único pensamiento de barrerlo del mapa y enviarlo a él y a su partido a las
catacumbas de la Historia, son esas derechas que en esta campaña electoral se
han quitado la careta y nos han enseñado su verdadera cara, los/las que apelan
ahora a su sentido de Estado para que pacte con Ciudadanos. Pablo Iglesias ya
había advertido que eso pasaría, pero ahora Sánchez, desde que Iglesias le dijo
“Pedro, no te fíes del de la cal viva” hace caso de los consejos de Iglesias.
Ayer los gritos de la militancia socialista en la celebración de la victoria
electoral en la sede central del PSOE en la calle Ferraz eran inequívocos: “con
Rivera, no”, “si se puede”, “no pasarán” y “presidente, presidente”. El PSOE no
solo ha ganado las elecciones en España, recupera la hegemonía en muchas
importantes ciudades y en la mayoría de comunidades autónomas y estamos a menos
de un mes de las elecciones municipales, autonómicas y europeas. Al contrario
que otros partidos socialdemócratas europeos, el PSOE ha seguido la vía
portuguesa y ha acertado. Todos los partidos socialistas europeos han
desaparecido o se han reducido a la mínima expresión menos en la Península
Ibérica ¿hay alguien ahora, en su sano juicio, que se atreva a discutir que se
ha seguido el camino adecuado?
Ciudadanos, el partido de Albert
Rivera, ha conseguido un magnífico resultado, con casi un 80 % más de escaños,
pero durante la campaña electoral e incluso antes, cuando se metieron en la
misma cama de Vox para gobernar en Andalucía, quemó sus naves, ahora no podrá
estar en el Gobierno de España con los socialistas por mucho que lloren como plañideras
los poderes fácticos ¿Cómo va a pactar el PSOE con Ciudadanos después de
escuchar las cosas que le dijo Rivera a la cara a Sánchez en los dos debates televisados y
después del ménage á trois con el PP y con Vox?
A pesar del buen papel de Pablo
Iglesias en los dos debates televisados eso no ha sido suficiente para evitar
una fuerte derrota de Unidos Podemos. Era una debacle anunciada. No se hizo un
análisis adecuado de lo que había sucedido en las elecciones catalanas y
andaluzas y como no se rectificó en algunas de sus tradicionales bobadas
algunos ya les dijimos que esto mismo les pasaría en las generales. Ahora, con
una participación muy alta, ni siquiera sirve la coartada de echar la culpa a
los electores por quedarse en casa. Eso sí, si Podemos e IU hubieran acudido a las elecciones generales por separado, como querían algunos, el resultado hubiera sido muchísimo peor. La división
penaliza mucho, como UP han podido ver en Galicia y en Valencia. Por cierto ¿qué
han obtenido Llamazares y Actúa? Pero, a pesar de todo, Unidos Podemos van a
ser decisivos para gobernar y el clima de responsable entendimiento con los
socialistas desde la moción de censura contra Rajoy dará ahora sus frutos,
incluso con algún ministro.
La derrota del PP es tremenda, la
mayor de su historia, el partido de Casado ha perdido más diputados de los que
ha obtenido. Me recuerda mucho a la desintegración de la UCD. Las purgas
internas a los que apoyaron a Soraya, la derechización bajo la batuta de Aznar
y echarse en brazos de la ultraderecha han sido su perdición. También se lo
habíamos advertido, pero, cuando alguien está empeñado en suicidarse, no puedes
hacer nada. Rivera y Vox se los comerán si no echan a Casado y rectifican de
inmediato.
La ultraderecha entra con fuerza
en el Congreso de los Diputados pero obtiene muchos menos escaños de los que
tenían como expectativa. Ahora no se podrán esconder en las plazas de toros y
tendrán que enseñar el trasero con una política económica ultraliberal y sin
ninguna política exterior.
ERC aplasta al partido de
Puigdemont y Junqueras se convierte en el líder de los independentistas. Su éxito
se debe fundamentalmente a que los republicanos todavía creen en una salida
cabal para Cataluña en el seno del Estado y a que no se han tirado del todo al monte. De su
responsabilidad dependerán muchas cosas, incluido el futuro político y personal
de Junqueras.
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