Mañana es jornada de reflexión en
España, algo que desde que las redes sociales han invadido el mundo de la
información no tiene mucho sentido, pero bien haría la gente en empezar a
reflexionar antes, no dejarse llevar por las vísceras y por la demagogia y
contar hasta diez antes de meter su voto en la urna. Hay gran preocupación,
aunque no lo dicen, en los estados mayores de los partidos políticos, tanto de
la izquierda como de la derecha, por los resultados que pueda obtener la extrema
derecha. Hace muy poco todos ellos se felicitaban porque España era uno de los
pocos países de Europa donde el fenómeno del neofascismo no había surgido,
aunque algunos ya alertábamos de que si continuaban promulgando leyes de género
injustas y con la manga ancha para la inmigración irregular sería solo cuestión
de tiempo. Al contrario que en Portugal, donde la vacuna de caballo de la
dictadura de Salazar todavía surte efecto, la vacuna del franquismo en España parece
que ya no nos protege de la infección. El problema no es que Vox obtenga
representación parlamentaria, porque escuchar las cosas que dice la
ultraderecha en el Congreso de los Diputados sería estupendo para desactivarla,
el problema es que sus resultados electorales puedan ser tan altos que quede
por encima de Ciudadanos, sin descartar del todo que pudiera quedar incluso por
encima del PP. Al contrario de lo que sucedió en Andalucía, donde gobiernan el
PP y Ciudadanos con el apoyo parlamentario de Vox, si se diera esa eventualidad,
los de Vox podrán estar en el Gobierno de España , es más, su líder podría ser
el presidente del Gobierno. Esto es altamente improbable, como altamente
improbable era que triunfara el Brexit, que triunfara Trump o que Salvini, por
poner solo tres ejemplos, cortara bacalao en el Gobierno de Italia. Es difícil hacer
previsiones sobre lo que sucedería en un contexto político así tras las
elecciones generales en España. No sabemos lo que haría entonces Ciudadanos y
yo no descartaría un Gobierno de coalición que ahora nos puede parecer imposible,
bajo la coartada de que la democracia y la convivencia estarían amenazadas y
bajo la presión de la Comisión Europea. Las elecciones europeas están a la
vuelta de la esquina y en Bruselas también hay mucho miedo.
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