lunes, 15 de abril de 2019

EL DEBATE


El día 23 de este mes, cinco días antes de que los españoles pasen por las urnas, habrá un debate televisivo entre los cinco principales candidatos, los líderes del PSOE-PP-Ciudadanos-Unidas Podemos y Vox. El único debate donde se enfrentarán los grandes espadas se va a producir en una cadena de televisión privada por expreso deseo del asesor de Pedro Sánchez, el mismo que le dijo que presentara una moción de censura contra Rajoy y que, a pesar de tener solo 84 diputados, la ganaría. Según los estatutos de RTVE, si el debate hubiera sido en la televisión pública no estaría Vox, porque la ultraderecha no tiene representación parlamentaria, y eso no interesa al PSOE, pues Pedro Sánchez lo que quiere es que los españoles visualicen quienes son su alternativa.  La jugada puede salir bien, pero también tiene sus riesgos, no solo para el PSOE, también para los demás, pues el líder de Vox, utilizando los mismos argumentos dialécticos que utiliza la ultraderecha en Europa, podría comérselos a todos con patatas. Acabamos de ver lo que ha pasado en las elecciones finlandesas y esta misma película, esta misma secuencia de acontecimientos, ya la hemos visto en otras partes, siempre con el mismo telón de fondo, una tesis que la ultraderecha está utilizando inteligentemente: el problema de la inmigración irregular masiva. Salpimentado con algunas bobadas, como eliminar las autonomías y bajar los impuestos a todo el mundo, el problema de la inmigración es la base argumental de Vox, como de toda la ultraderecha europea, no necesitan otra, como no necesitaron otra los partidarios del Brexit. Esto es tan verdad como que en los países de Europa donde la inmigración es muy pequeña la ultraderecha no se come un rosco o ha ganado precisamente por eso, por poner vallas y al ejército en sus fronteras, como en el caso de Hungría. Atentos a este asunto.
A mí me parece que ya he visto ese debate, ya he visto a las derechas atacar a Pedro Sánchez utilizando para ello el problema de Cataluña y la supuesta connivencia del presidente del Gobierno con Bildu, los herederos de ETA, y ya he visto a Pedro Sánchez responder que tiene la mano tendida a la negociación sobre la base de la Ley y la Constitución, que no le temblará el pulso si le obligan a aplicar otra vez el artículo 155 y que le enseñen ese pacto con Bildu. Yo ya he visto atacar a Pablo Iglesias por lo de su chalé y a este defenderse contraatacando con el espionaje y la trama en busca de pruebas falsas del Gobierno del PP contra la formación morada. Mientras los verdaderos problemas de los españoles están pendientes de resolver y los políticos, todos, huyen de ellos como del agua hirviendo mucho me temo que esas cuestiones centrarán el debate. Sin embargo, esta vez puede haber alguna sorpresa, porque el formato del debate va a ser distinto. Y las sorpresas en los debates a pocos días de las elecciones las carga el diablo, sobre todo si son televisados, donde el lenguaje no verbal es inmisericorde con los que mienten o no son convincentes. Esta vez el debate será un especial del programa La Brújula, dirigido y presentado por Juan Ramón Lucas, y serán los periodistas Ana Pastor y Vicente Vallés los encargados de preguntar y ¡ojo! repreguntar (esta es la novedad) a los que traerán de casa hecho el guion de lo que deben, o no, decir. El cuarto poder tiene en realidad poco poder, porque depende mucho de los otros poderes, pero cuando tienes a algún periodista dispuesto a jugarse el tipo nunca lo tienes todo controlado ¡Cuidado!
Yo apostaría una mariscada del Cantábrico a que ninguno de esos cinco líderes políticos va a tratar los principales problemas de España, entre ellos tienen un acuerdo tácito para no hacerlo, para no meterse en ese zancocho ¿Alguien se va a atrever a decir que el tabaquismo mata a 58.000 personas al año en España, mil veces más que la violencia de género y que no se combate? ¿alguien va a decir que piensa entrar a saco contra la economía sumergida y el fraude fiscal, el 23% del PIB, unos brutales 80.000 millones de euros al año? ¿alguien piensa hablar de la estratosférica Deuda que pagarán nuestros hijos y nietos cuando su discurso es que van a bajar los impuestos? Veremos.


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