Después de encerrarse, según dijo
el escritor, tres días con el líder de Vox, Sánchez Dragó ha escrito un
libro-relato titulado “La España vertebrada” que, en realidad, según me han contado fuentes dignar de fiar, es un panfleto
sobre el que algunos ya consideran su nuevo Caudillo, aunque de momento no se
atreven, eso sí, a decir que por la gracia de Dios, pero, todo se andará. Sánchez
Dragó no solo esperaba dar un empujoncito a Abascal con las tonterías que
seguro ha escrito y que no pienso leer, lo que de verdad buscaba era el debate
y la polémica, porque Dragó es uno de esos escritores ácratas-fascistas a los que
les encanta que se hable de ellos, aunque sea mal. Pues bien, démosle gusto:
Al calor de que el partido ultraderechista
de Abascal obtuviera unos buenos resultados, teniendo en cuenta que partía de
cero, en las elecciones andaluzas y de que sube como la espuma en las encuestas
(ya veremos si luego baja, o no, el suflé) toda esa derecha fascista hasta ahora muy calladita, pero que estaba ahí y votaba en bloque al PP, porque no tenía
algo más cavernario a lo que votar, se ha quitado la careta. Si alguien pensaba que
los cientos de miles de fascistas que iban a la Plaza de Oriente a jalear al Generalísimo
y a cantar el Cara al Sol, brazo en alto, y sus herederos, habían desaparecido
estaba equivocado. Si alguien pensaba que los que vivían encantados con una
dictadura fascista que oprimía al resto de españoles se habían hecho, como por
encanto, demócratas, estaba en un tremendo error. El lifting que se hicieron en
la cara tras la muerte de Franco, obligados por la presión de las fuerzas
democráticas españolas y por los EE UU, que temían en España una “Revolución de
los claveles”, como en Portugal, se les ha caído a pedazos a la primera
oportunidad que han visto para resurgir y sacar pecho, dejando al descubiertos
las feas arrugas que tenían debajo. Sánchez
Dragó al menos ha sido sincero y ha dicho claramente lo que piensa, que es casi
lo mismo que piensa toda esa gente: “Vox no es un partido fascista ni de
extrema derecha, es un partido de derecha, porque todos los demás partidos que
había en España hasta ahora, desde el PP a Podemos, eran socialdemócratas” ¡toma
castaña! Los del PP y los de Ciudadanos
han cometido un tremendo error al coquetear con la ultraderecha, ya se lo
advirtió Manuel Valls, el exprimer ministro de Francia que se presenta a
alcalde de Barcelona en las listas de la formación de Albert Rivera y que, en
este asunto, sabe muy bien de lo que habla. La ultraderecha se los puede comer
con patatas.
Así que de todo este asunto solo
hay una cosa positiva, ya no engañan a nadie, ni Sanchez Dragó ni Bertín
Osborne ni todos los que nos daban lecciones de democracia enseñando solo un
pelín la patita, ahora nos han enseñado hasta sus partes pudentas.
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