jueves, 18 de enero de 2018

TIRAR DE LA MANTA

Tiemblan las canillas a los peces gordos del PP, la preocupación se enseñorea de Génova 13, la sede central del partido de Rajoy convertida en la 13 Rue del Percebe de Francisco Ibánez (recuerde usted al caco que vivía en el tercero izquierda) o, como diría Julio Anguita, en la cueva de Alí Baba. Hemos estado enzarzados durante casi tres meses con el problema catalán, pero hay otros asuntos también muy graves que siguen ahí y ahora están en pleno apogeo y a punto de reventar, como el grano que tenía en el culo La Tarara, sobresaliendo entre ellos el caso Gürtel.  Los abogados defensores de Pablo Crespo y Álvaro Pérez, alias “El Bigotes”, han negociado con la Fiscalía una reducción en la petición de penas para sus defendidos a cambio de que estos aporten pruebas sobre los políticos implicados en la trama, lo que cobraron, que regalos recibieron, como financiaron a su partido, etc. Y entre esos políticos del PP  los hay que han estado o están muy arriba y que o bien siguen dándonos consejos desde su púlpito de FAES o nos gobiernan.

En el caso Gürtel tenemos todos los ingredientes para una novela o una película sobre la mafia, con héroes y, sobre todo, con muchos villanos, entre ellos los padrinos. Poca gente se acuerda ya de José Luis Peñas, el exconcejal del PP de Majadahonda que levantó la liebre, y mucho menos de Manuel Morocho, inspector jefe de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) y del que fuera comisario general de la Policía Judicial hasta 2.012, Juan Antonio González, cesado de forma fulminante por el entonces nuevo Gobierno del PP, que iniciaron la investigación. Policías honrados y jueces (dejémonos de tonterías) represaliados, como Baltasar Garzón, condenado a once años de inhabilitación por tomarse tan en serio este caso que pasaba los domingos en su despacho, trabajando hasta altas horas de la noche, intentando desentrañar la gigantesca madeja tejida por los impresentables. Unos levantaron una esquina de la manta y otros dicen que la van a levantar entera, pero también aquí, se lo aseguro, hay gargantas profundas, ese término acuñado no por una película pornográfica (ese cine al que ahora algunos, estúpidamente, llaman de “para adultos”) sino por lo que sucedió en los EE UU alrededor del escándalo Watergate, cuando un ex agente del FBI, Mark Felt, levantó la trama de espionaje montada por los republicanos contra el Partido Demócrata y el FBI encontró la conexión entre los ladrones de los documentos y el dinero negro utilizado por la Comisión para la Reelección del Presidente Nixon. En el caso Gürtel unos tiran de la manta para ajustar cuentas o para salvar el pellejo y otros hablan en la sombra con la navaja trapera en la mano queriendo ejercer de justicieros; los funcionarios solo han hecho y hacen su trabajo lo mejor que pueden y saben. El PP está acabado, porque hasta los incondicionales se han hartado de taparse la nariz y esta enorme mierda todavía huele caliente.

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