

Para que todos nos demos cuenta
de lo que ha pasado durante estos años no voy a relatar aquí las circunstancias
políticas que se han vivido, y que usted conoce perfectamente, no quiero
aburrirle, solo recordar dos episodios que políticamente pueden parecer banales
pero que dejan perfectamente diáfano lo pardillos que hemos sido: ¿Quién no
recuerda el secuestro del Alakrana, un atunero vasco que faenaba en aguas
próximas a Somalia y que fue secuestrado por piratas? Pues bien, el citado atunero, como todos los barcos vascos, contraviniendo las legislaciones
internacionales y española, no llevaba pabellón, es decir, no enarbolaba la bandera
de España en su popa, pero, a pesar de ello, el PNV reclamó al Gobierno de
España que actuara cuanto antes para salvar a los marineros vascos. Así se hizo
y no voy relatar los pormenores porque no quiero hacer llorar al lector. El
Gobierno de España puso entonces un avión a disposición de los familiares, el
mismo que usa el Rey o el Presidente del Gobierno en sus viajes de Estado, para
que se pudieran desplazar allí a recibir a sus seres queridos liberados, pero
los familiares se negaron a subir a un avión que tenía rotulado en su fuselaje “Fuerza
Aérea Española”. Después de todo lo que se había hecho nadie llamó a los vascos
de todo menos bonitos, lo que se hizo fue cambiar posteriormente ese rótulo por
“Reino de España” que es el que sigue figurando ahora. Tampoco se dio mucha
publicidad (no salió en ningún telediario) a lo que sucedió en Pasajes (Guipúzcoa)
con la entrega de la bandera de combate a la fragata de la Armada F-103, Blas
de Lezo. Defensa había decidido que estaría bien entregar esa bandera en Pasajes,
lugar de nacimiento del héroe vasco de la batalla de Cartagena de Indias, pero
el buque fue recibido con pitos y silbidos y despedido de la misma forma (se
puede ver en Internet). Nadie llamó imbéciles y desagradecidos a esos descerebrados.
Es decir, si a un niño mal criado no le das la bicicleta, el móvil de alta gama
y la videoconsola que te exige, te insulta. Pero, a ese niño mal criado lo
hemos educado nosotros.
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