viernes, 26 de enero de 2018

GITANOS

El episodio tragicómico del gitano preso en Villabona, que habían dado por muerto y que “resucitó” y todo lo que ha venido después, y el brutal asesinato de un matrimonio de ancianos en un barrio de Bilbao por unos menores gitanos, han vuelto a poner de actualidad en los periódicos, en las redes sociales, en los hogares y en los bares un debate que aparece de vez en cuando pero que nadie se atreve a abordar en serio. En España hay problemas gravísimos que son tabú y que nadie, y mucho menos los políticos, quiere abordar por miedo a quemarse. En buena medida se ha logrado que escurrir el bulto y mirar para otro lado se haya trasladado a la ciudadanía, así que los problemas verdaderamente más graves que tenemos nunca van a aparecer en las encuestas del CIS, no preocupan a la gente. En un mundo cabal nadie entendería, por ejemplo, que algo que mata a casi tantas personas al año en España como todos los soldados estadounidenses muertos durante toda la Guerra de Vietnam no salga nunca como una de las principales preocupaciones de los españoles en las encuestas del CIS, me estoy refiriendo al tabaquismo, pero eso mismo pasa con asuntos como la economía sumergida y el fraude fiscal (que no es lo mismo que la corrupción, mucho más mediática, de los políticos) la prostitución y el problema gitano.
El colectivo gitano no es fácil de cuantificar porque en España, como es lógico, la gente perteneciente a esa etnia no figura, como tal, en ningún registro, sería una medida racista intolerable, y porque, además de los gitanos españoles, sobre los que había algunas estadísticas aproximativas, han llegado a nuestro país en los últimos años muchos procedentes de otros países, sobre todo de Portugal y de Rumanía. Pero, sin temor a equivocarme mucho, yo estimo que ese colectivo lo forman en España aproximadamente un millón de personas, y, como su tasa de natalidad es muy superior a la media, va en aumento, también en proporción al resto de la población. Desde que los gitanos llegaron a Europa hace siglos, dicen que desde la India, esta etnia no ha logrado o no ha querido adaptarse a las sociedades de los distintos países donde se han establecido y ningún Gobierno ni ningún régimen ha sido capaz de lograr esa integración, ni Franco ni Ceausescu. Los nazis quisieron, en su delirio criminal, acabar con el problema gitano de la misma forma que con el que habían calificado de problema judío, exterminándolos en cámaras de gas o con fusilamientos, pero, evidentemente, una cosa es ser consciente del problema y otra muy distinta ser un asesino al que guste la solución final.

Prácticamente la totalidad del colectivo gitano vive de las ayudas sociales (vivienda, muebles, alimentos, etc) goza de sanidad y educación gratuita y también de pensiones no contributivas. Esos ingresos los suelen complementar con actividades al margen de la ley por las que no pagan impuestos. Los gitanos viven en su propia legalidad y mundo paralelo y solo quieren algún contacto con el resto de la sociedad para parasitarla. Tienen sus propia ley, la del ojo por ojo y diente por diente, no escolarizan a sus niños o los sacan de la escuela sin acabar los estudios primarios, casan a infantes con 14 ó 15 años, e incluso tienen costumbres tan aberrantes como la “ceremonia del pañuelo”, de lo que nadie, feministas incluidas, dice absolutamente nada. En los últimos años los gitanos se han hecho en España con la mayor parte del tráfico de drogas y forman clanes tan temidos que ni las mafias del Este de Europa se atreven a cuestionar, por eso vemos en la televisión como gente que no tiene ninguna actividad conocida gasta millonadas en bodas y banquetes. Barrios como las Cañadas Reales, en Madrid, o las 3.000 viviendas, en Sevilla, son sus feudos más importantes. Allí hasta apedrean e insultan a la Policía y la Guardia Civil. Que nadie se atreva a colgarme el sambenito de racista y xenófobo, porque no lo soy, sí lo son los gitanos, que prohíben a sus mujeres casarse con los payos a los que, aunque son los que los mantienen, desprecian. Eso sí, luego van a purgar sus pecados “al culto”, porque todos ellos se han convertido, también para diferenciarse del resto de la sociedad, a la Iglesia Evangelista.

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