domingo, 7 de enero de 2018

EL REPARTO

Es muy típico que cuando empieza el nuevo año la gente se proponga metas, unos dicen que van a dejar de fumar, otros que van a empezar a ir al gimnasio para bajar tripa, etc. Pues bien, yo me he propuesto para este año no ser políticamente correcto. La verdad es que ya no lo era mucho, así que no va a significar para mí un gran esfuerzo.

Si hay un tema tabú donde la nueva dictadura del “pensamiento únicamente estúpido” se ejerce de forma inmisericorde este es el de la inmigración. Como en otros asuntos muy queridos por los nuevos dictadorzuelos, si alguien se atreve a discrepar de sus opiniones y sus mantras lo mínimo que le puede pasar es que le cuelguen los Sambenitos de xenófobo y racista, y eso porque ahora no disponen de la Inquisición y no pueden arrojarte al fuego eterno.  Ya puede ser usted más rojo y más revolucionario que Ernesto “Che” Guevara que como se salga de la línea de opinión marcada lo llamarán facha y neonazi y se quedarán tan anchos. Son esos progresistas de pacotilla, y la derecha que les hace el caldo gordo, los que, en nombre de los derechos humanos, nos toman el pelo a todos. Fíjese usted, por ejemplo, en quienes son los más compungidos por el drama humanitario de los que quieren cruzar a Europa desde África a través del Mediterráneo ¿no son exactamente los mismos que aprobaron en el Congreso de los Diputados ir a la Guerra de Libia “para poner allí la democracia”? ¿no son exactamente los mismos que desde editoriales y tertulias nos decían que había que acabar con el dictador Muamar el Gadafi? Naturalmente que a esos rojuelos de mentira y a la derecha con la que colaboran lo que menos les importaba era que Gadafi fuera un sátrapa y un dictador, porque también esos son los mismos que se besan y lamen las babuchas a las monarquías feudales árabes, donde la democracia, los derechos humanos y los derechos de las mujeres brillan por su ausencia, pero, eso fue lo que nos quisieron vender. Si la inmigración desde África a Europa no es un fenómeno nuevo (que se lo pregunten a los franceses) y a España ya llegaban pateras a montones durante los Gobiernos de Aznar, la Guerra de Libia y la desastrosa situación actual en aquel país, con varios Gobiernos y en poder de tribus, señores de la guerra y el Estado Islámico, la ha acentuado extraordinariamente. En Libia, que era el segundo país de África en renta per cápita, solo superado por las Islas Canarias y las ciudades españolas de Ceuta y Melilla (espero que nadie se sorprenda al descubrir que España, además de país europeo, también lo es africano) trabajaban casi dos millones de negros, ahora también llamados subsaharianos o, como en Estados Unidos, afroamericanos o de color (debe ser que los llamados blancos son incoloros). Si somos conscientes que dos cosas son las que más odian los yihadistas, a los ateos y a los comunistas, y una la que más desprecian, a los negros, nos daremos cuenta de la situación que viven en Libia estas personas y que por eso ese país ya no es el punto de salida hacia Europa, ni de los que habían emigrado allí para trabajar ni de los que atravesaban media África para partir desde Libia hacia la isla italiana de Lampedusa. Marruecos y Argelia son ahora los puntos de partida y España el destino. Nuestro país es el que más inmigrantes ha recibido del mundo en los últimos diez años, pero, aún no hemos visto nada.  A la inmigración del Este de Europa y de Iberoamérica y al colectivo marroquí , que suma medio millón de personas en España, se está uniendo ahora la inmigración del África Subsahariana en un número que nos va  a desbordar. Habrá observado usted que cada vez se cruza más por la calle con personas negras, normalmente jóvenes, que suelen ir solas o como mucho en parejas, pues tienen instrucciones para no hacerse notar demasiado.  Estas personas corresponden al reparto que se ha asignado a nuestra comunidad autónoma y de la que los políticos que nos gobiernan no nos han informado. Su estancia entre nosotros, pues no trabaja casi ninguno, la sufragan las nuevas ONG´s, que han surgido como hongos, cuyos dirigentes no tienen otro modus vivendi y que se nutren de los Presupuestos del Estado, de las CC AA y los Ayuntamientos, ONG´s a las que nadie controla ni fiscaliza. Reparten inmigrantes y reparten nuestro dinero, pero de forma muy discreta. Estos inmigrantes que han llegado a España no se pueden creer durante los primeros días de estancia que sea verdad lo que ven sus ojos, casa gratis, muebles gratis, comida gratis, salario social, sanidad gratis total, ningún español disfruta de esas cosas, y no pierden el tiempo en llamar a sus familiares en África para contarles que han llegado el Reino de Jauja, que vengan como sea. Hay cosas que mejor no comentarlas demasiado, salvo que no seas políticamente correcto.

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