domingo, 14 de enero de 2018

LA AUTOCRÍTICA DE PODEMOS

Tras los desastrosos resultados de Los Comunes, la franquicia de Unidos Podemos en Cataluña, en las elecciones autonómicas catalanas, que no se ha aireado más en los medios de comunicación gracias a que los del PP fueron aún peores, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, estuvo más de tres semanas desaparecido. Los retiros espirituales suelen ser útiles para, alejados de la vorágine mundana, aclararnos las ideas y encontrar el Norte, o eso dicen. Debe ser verdad, porque hasta Jesucristo, el hijo de Dios, también se retiró al desierto cuarenta días y cuarenta noches para meditar. Yo no sé con qué habrá tentado Satanás a Pablo Iglesias durante ese retiro y si, como Jesús, habrá salido airoso del envite, pero tengo la sensación de que no ha encontrado el Norte.
En efecto, lo primero que ha dicho Pablo Iglesias en su reaparición pública ha sido “nos equivocamos” algo que ya todos sabíamos y que algunos ya habíamos advertido mucho antes de las elecciones catalanas, y no me refiero solo a este humilde francotirador del teclado, que también, ni a conspicuos o medios de la derecha, me refiero a pesos pesados de la izquierda que, aunque jubilados, siguen teniendo un gran prestigio, como Paco Frutos, por ejemplo, el que fuera secretario general del PCE, que puso muy claritos los puntos sobres las íes. En Asturias políticos como Gaspar Llamazares también tenían una visión bien distinta y muy crítica sobre la estrategia que se estaba implementando en Cataluña. Los acontecimientos y el tiempo, ese juez insobornable, nos dieron la razón. Lo segundo que ha dicho Pablo Iglesias es que hay que hacer autocrítica, algo lógico, no solo porque la autocrítica debe ser consustancial con la izquierda, también porque si las has cagado, no analizas porqué y te empecinas en el error el siguiente batacazo lo tienes asegurado. Pero, una cosa son las palabras y otra muy distinta los hechos. De momento, yo no he visto la autocrítica por ninguna parte, lo único que he visto es echar la culpa a los medios de comunicación (“se centraron en el problema de la independencia en vez de en los problemas sociales” Iglesias dixit) y al Rey, acusándole de intervenir groseramente en el problema catalán, como si Felipe VI no fuera el jefe del Estado. Una cosa es luchar por la república y otra muy distinta perder los papeles, porque cuando la desmembración del Estado y la unidad de España es lo que está en juego el debate monarquía-república no es lo prioritario. Casi todo el mundo en España estábamos a setas, porque era tiempo, pero Pablo Iglesias y la mayoría de los suyos fueron a buscar Rolex. Algunos ya habíamos advertido que en el conflicto catalán los problemas sociales y los que cotidianamente castigan a la gente habían quedado al margen y no iban a contar en las elecciones, que las vísceras habían sustituido a la razón y que no se iba a votar en clave izquierda-derecha, sino en clave Estado sí o Estado no, o, si usted quiere, España sí o España al cuerno. Por eso Ciudadanos ha obtenido unos resultados electorales que hasta Albert Rivera e Inés Arrimadas han tenido que frotarse los ojos para admitir que son ciertos. Pues bien, aunque parezca increíble, muchos de los votos de Ciudadanos fueron de catalanes que habían votado a Los Comunes en las elecciones generales, que esta formación política, no lo olvidemos, ganó en Cataluña.

Hay movida en Podemos y hay movida en IU, su aliado táctico, que no todavía estratégico. Y la hay porque en ambas formaciones políticas hubo voces que advirtieron lo que iba a pasar y no se les hizo ni puñetero caso. En concreto, en Podemos Carolina Bescansa, que de elecciones sabe algo, ya había dicho que se estaban equivocando. Alberto Garzón ha vuelto a pedir otra vez mayor visibilidad de IU en Unidos Podemos, pero no es esa ola lo que de verdad preocupa, sino la mar de fondo. Acudir con Podemos a las elecciones fue un acierto, porque a pesar de perder más de un  millón de votos se lograron mantener los 72 diputados e IU, que estaba en una situación muy delicada, por no decir crítica, pasó de dos a ocho diputados, pero, si Podemos se hunde IU no quiere acompañarla en el naufragio. Y si la autocrítica no va acompañada por un análisis de la realidad y de una verdadera voluntad de rectificación y enmienda (vamos a ver qué pasa con la formación de la mesa del Parlament) a Podemos le pasará como al Titanic en las elecciones municipales y autonómicas y en las generales, que vendrán en cascada. En hora de regresar de Orión y no seguir contando cosas que no creeríamos.

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