Si algo han dejado claro los
resultados de las Elecciones Generales del 26 de junio, como también lo habían
hecho los anteriores del 20 de diciembre, es que van a ser necesarios pactos
para formar una mayoría parlamentaria y poder gobernar. No es ninguna hecatombe
y es algo bastante común en muchos países de Europa. Sin embargo, en España
subsiste una singularidad que los hace mas difíciles: un enfrentamiento secular
entre izquierda y derecha que viene desde la Guerra Civil y sigue presente, de
una y otra forma, en el subconsciente colectivo. En la política de los últimos
decenios los españoles solo hemos sido capaces de ponernos de acuerdo en lo
fundamental con los Pactos de la Moncloa, pero, eran otras circunstancias
históricas y había otro liderazgo, el del presidente Adolfo Suárez, cuyo
patriotismo, clarividencia y sentido común, como los de otros líderes de la
Transición, nada tenían que ver con los de los políticos que sufrimos ahora.
Se acabó el rodillo de las
mayorías absolutas y no queda otra que llegar a acuerdos que permitan encarar
la legislatura, si no queremos condenar al país a unas terceras elecciones que,
seguramente, no resolverían nada. Aunque Galileo Galilei no estaría de acuerdo
conmigo, una de las cosas mas importantes que aprendes cuando empiezas a
trabajar con equipos de personas es que las decisiones colectivas casi siempre
son mas acertadas que las individuales. Lo son porque ante los problemas y los
retos muchas veces no cabe una visión unidireccional, es mejor una perspectiva
mas amplia, sin caer, por supuesto, en relativizarlo todo. Los problemas tienen
muchas caras y muchas aristas, son poliédricos, y para solucionarlos
eficazmente lo mejor es ser conscientes de ello y actuar en consecuencia.
Las primeras consultas que ha
realizado el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, han sido a Coalición
Canaria y al Partido Nacionalista Vasco. El acuerdo para que el único diputado
isleño apoye la investidura de Rajoy y un pacto de legislatura va a ser fácil,
porque son muchas las cosas que necesita Canarias y el PP no va a poner ningún
obstáculo en conceder algunas. Otro asunto es el PNV y sus cinco diputados, que
lo van a poner muy difícil. En Euskadi hay elecciones autonómicas este año, no pueden
ser mas tarde del 20 de noviembre, y los nacionalistas, a los que Unidos
Podemos ganaron las Elecciones Generales en aquella comunidad autónoma, no
pueden vender sus derechos de primogenitura, su tradicional liderazgo político
en el País Vasco, por un plato de
lentejas. Difícilmente pueden sacar mas trasferencias y mas beneficios
fiscales, ya gozan de una ventajosa asimetría que nadie tiene en la Unión
Europea, por eso van a centrar toda su artillería en apuntarse el fin
definitivo del terrorismo de ETA, con la escenificación de la entrega de las
armas y el acercamiento de los presos. Hubo muchos que llamaron de todo a la gente
cabal, a algunos que habían estado siempre contra ETA sin ambages, y ahora
tendrán que envainársela.
¿Se sacrificará todo en el altar
de la gobernabilidad? ¿se dirá ahora digo donde antes se dijo Diego? El PSOE
tiene una difícil papeleta, porque va a tener que asistir al PP
parlamentariamente para que el Gobierno puede sacar leyes y decisiones adelante.
Pero ahora hay 71 parlamentarios de izquierda que, a unos y otros, no les van a
pasar ni una. Aún no hemos visto el final del sainete y a que cosas van a
afectar los previsibles pactos transversales. No se puede descartar que leyes
como la de la Reforma Laboral o la LOGSE, entre otros asuntos de mucho calado,
puedan ser derogadas en aras del entendimiento y de ese apoyo parlamentario
imprescindible que hay que vender a miltantes y votantes de alguna manera. Yo
creo, sin embargo, que los problemas de España y los retos que nos estallarán
en las narices a corto plazo son tan graves y tan complejos que para
resolverlos no solo hará falta tener mayoría parlamentaria, será necesario un
amplio consenso sobre una base de mínimos. Es una especie de cuadratura
política del círculo, soy consciente de ello.
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