España es un país donde hay
muchos golpistas, si alguien piensa que porque llevemos 40 años de democracia
los golpistas han desaparecido está completamente equivocado. Todos recordamos
el golpe de Estado de 1981, el de verdad, el que triunfó, es menos conocido, y
la “tejerada” ha sido lo que ha quedado para la Historia. Los conspiradores del
“Búnker”, que siguen ahí, preparaban años después otra asonada, esta vez contra
la monarquía, una monarquía que había dado un desenlace al golpe de 1981 que no
les satisfacía del todo, pero este segundo golpe de Estado no llegó a fraguar
porque todo el mundo, incluida toda la izquierda, cerraron filas con la Corona.
Han pasado los años y muchos pensaban que otro intento de golpe de Estado no
sería posible, pero también se equivocaban. A mí me llamó mucho la atención que
cuando el líder de Vox, Abascal, llamó públicamente, y lo repitió desde la
tribuna del Congreso de los Diputados, a hacer un Gobierno de “salvación
nacional”, al margen de las urnas y del Parlamento, nadie pusiera el grito en
el cielo, ni desde editoriales de los periódicos ni desde el propio Congreso de
los Diputados, porque eso era un llamamiento a un golpe de Estado en toda regla. Al contrario,
irresponsablemente, el principal partido de la oposición, el PP, se apuntó a las tesis
y a algunas, menos mal que solo a algunas, de las maniobras golpistas de la
ultraderecha. Todos sabemos ya en este país que este Gobierno no gusta a
mucha gente, no gusta, digámoslo claro, simplemente porque en él hay ministros
de UP y todo el mundo es consciente de que Pablo Iglesias y los suyos no han
ido al Consejo de Ministros para hacer desde allí políticas de derechas. Para
evitar que fuera posible este Gobierno importantes conspicuos del PSOE,
dirigidos por Felipe González, dieron un golpe contra su propio secretario
general, el secretario general que había sido elegido por primera vez
directamente por la militancia socialista. Pero, el golpe no les salió bien y la
militancia volvió a elegir a Pedro Sánchez como líder de su partido. Ahora, con
el Gobierno ya constituido y en funcionamiento estamos hablando de otra cosa,
no se trata de un golpe interno en el PSOE se trata de un golpe contra el
Gobierno, de un golpe de Estado. La ultraderecha ha manejado groseramente la
pandemia del coronavirus contra el Gobierno, pero, de verdad ¿hay alguien, en
su sano juicio, que piense que no hubieran manejado cualquier otra cosa para
intentar acabar, por cualquier medio, con el Gobierno “socialcomunista”? Pues
bien, la instrumentalización de la Justicia es una de las formas como se dan los golpes de Estado institucionales. Los que siempre hemos defendido la independencia de los
tres poderes y hemos sido inmisericordes con los que en su día quisieron
asesinar a Montesquieu, también lo vamos a ser en sentido inverso. Por eso cuando algunos irresponsables
quisieron eliminar los aforamientos nos manifestamos en contra de quitarlos
todos. En España hay miles de personas que, por su trabajo, tienen la condición
de aforados, por ejemplo, los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado, también hay unos 17.600 aforados entre políticos, jueces, fiscales,
miembros del Tribunal de Cuentas, el Consejo de Estado o los Defensores del Pueblo.
Importantísimo es el aforamiento de los jueces, de los diputados y de los
miembros del Gobierno, porque eso garantiza en buena medida la independencia en
el desempeño de sus funciones de los tres poderes. Marlaska sabe muy bien de
que estamos hablando, porque antes de ser ministro de Interior era juez.
Utilizar posibles errores del Gobierno para iniciar procesos que no van a tener
ningún recorrido jurídico, ningún suplicatorio podría salir adelante, no se va
a hacer en ningún país de Europa, en ninguno de los países que decretaron el
Estado de Alerta y el confinamiento de la población después que España y donde
incluso se celebraron multitudinarios partidos de futbol y hasta elecciones,
porque en ninguno de esos países alguien piensa en cargarse al Gobierno de
ninguna otra manera que no sea en las urnas. España es diferente y todas las
instituciones, digo bien, todas, deben tener mucho cuidado con jugar al golpispo
y con hacer el juego a los golpistas.
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