¿Se imagina usted lo que diría la
encantadora presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid si en el barrio de
Vallecas, en plena pandemia y pasándose la Ley y la Constitución por la
entrepierna, hubiera una manifestación de izquierdistas pidiendo la dimisión de
la que cometió alzamiento de bienes con un piso de su padre para que no fuera
embargado y que ha acabado viviendo en los apartahoteles de lujo de un
empresario, Kike, Sarasola, investigado por corrupción y que tiene contratos
suculentos en esa comunidad autónoma, una manifestación pidiendo que se vaya?
Pues es este personaje, que acuña, una tras otra, frases estúpidas y
desafortunadas, la que alienta a la ultraderecha, a los ricos y a los pijos de
sus hijos, la mayoría que no han dado palo al agua en su vida, a manifestarse
en la milla de oro del barrio de Salamanca. A Aznar le cae bien la moza, es de
su onda, al rey de las privatizaciones y de las puertas giratorias, al que le
pagaba bodas y cumpleaños “El bigotes”, le gusta la gente corrupta si son de
extrema derecha, por eso ha invitado a Ayuso a asistir a un curso de liderargo
en la fundación FAES. En la mañana del sábado 16 de mayo Ayuso daba una rueda
de prensa, le gusta sentirse protagonista, una rueda de prensa para mentir, que
es lo que lleva haciendo desde que llegó a su cargo de presidenta. El Gobierno
de España, según ella, “quiere castigar y arruinar a los madrileños”.
Exactamente lo mismo había dicho la semana anterior, cuando las ciudades de
Valencia y Barcelona, donde gobierna la izquierda, también se habían quedado en
la fase cero. “No son criterios sanitarios, son criterios políticos”, clamaba
Ayuso, al tiempo que decía que el Ministerio de Sanidad no les había dado
ninguna explicación, cuando sí se les había dado: no habían contratado a los
sanitarios de primaria que habían quedado en contratar, entre otras cosas, para
poder hacer los test. Cara de tonta le quedó a Ayuso cuando los periodistas
asistentes le espetaron que dos periódicos de tirada nacional publicaban en ese
momento los pormenores y los detalles. Dependiendo de la condición de cada cual,
así actúa uno cuando se ve acosado y desprestigiado y todos conocemos ya la
verdadera condición de Ayuso. La presidenta de la C A de Madrid ha vuelto a
apoyar las algaradas de la ultraderecha y ha amenazado con otras más gordas.
Abascal, al que no le salió bien el golpe de Estado del Gobierno de “Salvación
Nacional”, ya había llamado, desde el propio
Congreso de los Diputados, a sus huestes a manifestarse saltándose la Ley. “No es saltarse la
Ley manifestarse en caravanas de coches”, había dicho algún periodista afín que
desconoce lo que es un Estado de Alarma y la Ley del Tráfico o que simplemente
nos quiere hacer tontos. Se manifiestan los de Vox con el apoyo de Ayuso y de
Casado, salen a manifestarse patrimonializando la bandera constitucional, la
del aguilucho la dejan en el armario, igual que hacen los ultraderechistas en todas
partes, por ejemplo, en los EE UU. Hay sentimientos encontrados, yo no sé si es
indignante, encantador o hasta enternecedor ver manifestarse a la ultraderecha al grito de ¡libertad! y cantando la canción de los
comunistas partisanos italianos, "Bella ciao”, mientras muchos de ellos tienen
esvásticas y retratos de Franco en sus casas ¿a quién quieren engañar? La
ultraderecha está cabreada, pero no por el coronavirus, está cabreada porque,
por primera vez en mucho tiempo, ve amenazados sus seculares privilegios. Y hay
gente en el PP, afortunadamente no toda, que, imprudentemente, se han subido a
ese carro.
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