Un gran reto tiene ante sí el
bipartidismo: convencernos de que lo negro es blanco y de que las mentiras son
verdades. Para eso ya no sirven los viejos personajes enfangados de corrupción
hasta el cuello y que nos han estado “vendiendo la moto” durante años, los
españoles ya los tenemos muy vistos y ya no pueden engañar a nadie. Por eso, tanto
el PP como el PSOE, apoyados por sus potentes aparatos mediáticos, han apostado
todo a la verborrea de sus piquitos de oro. Mientras los socialistas delegarán
el mayor peso de la campaña electoral en su secretario general, Pedro Sánchez,
y en la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, los populares no han encontrado
mejor opción que el joven responsable de comunicación (así se llama ahora a la
propaganda), Pablo Casado.
Yo siento una especial
animadversión por los políticos que parecen charlatanes de feria, los que nos
quieren vender sus bobadas como si fueran crecepelos y elixires de la
felicidad. No me gustan sus risas continuas ¿se reirán de nosotros? y esa
mirada que deja traslucir sus patrañas. Me gustan mas los políticos malencarados,
los que son conscientes de nuestros problemas, los que dan mas importancia al
programa que a la sonrisa Profidén.
¿Alguien se acuerda de lo que
prometieron los líderes políticos en la pasada campaña electoral para los
comicios del 20 de diciembre? Mientras que los aparatos de propaganda de los
partidos cuidan la imagen de sus candidatos y los formatos de los debates
mirándose en el espejo norteamericano, donde, hasta que apareció en campaña el
senador Sanders, el programa político era lo de menos, en España tenemos
un mirlo blanco que, aunque ya no está en la política activa, siempre insiste
en lo de programa, programa, programa. Cuando presentó su manifiesto político
"Somos mayoría”, Julio Anguita sintetizó el programa político en diez
puntos, diez medidas imprescindibles y concisas, pero, hay ejemplos históricos
donde la síntesis programática todavía fue mucho mayor. Vladimir Ilich Ulianov,
el líder de los bolcheviques rusos, hizo campaña con solo tres promesas: “Paz,
Pan y Tierra”. En un país que se desangraba en la Primera Guerra Mundial, donde
la gente se moría de hambre a millares y donde la tierra estaba en poder de una
nobleza que exprimía a los siervos como esclavos, Lenin tuvo la inteligencia de
saber resumir. Pues bien, en España
todavía podríamos ir mas lejos en la concreción y se podría hacer campaña con
solo una propuesta: “que los ricos paguen sus impuestos”.
El mayor enemigo del que no lleva
nada en las alforjas son sus propias palabras. Cuando le preguntaron a Pablo Casado
por la reforma educativa, imperativa en un país donde el fracaso escolar y el
divorcio entre la educación y las necesidades de las empresas son manifiestos,
el responsable de comunicación del Partido Popular se despachó diciendo que
habría que enseñar otras cosas en vez de los ríos o quienes fueron los Reyes
Godos, como si el conocimiento de nuestra geografía y nuestra historia no fuera
necesario para saber quienes somos y proyectar lo que queremos. Quédense otros
con los piquitos de oro mientras yo me quedo con el programa, cuanto mas breve
y mas ajustado a la realidad, mejor.
FOTO: El responsable de comunicación del PP, Pablo Casado, hablando del empleo de calidad.
FOTO: El responsable de comunicación del PP, Pablo Casado, hablando del empleo de calidad.
Pues parece mentira para usted, que tanto ha peleado por la confluencia entre IU con Podemos, cuyo líder Pablo Iglesias es lo más parecido a un charlatán de feria, dedicado a la venta de crecepelo. Su sectarismo vuelve a delatarlo, amigo JJJ. Me decepciona usted.
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