
Hace pocos días también el Fondo
Monetario Internacional, esa organización donde su expresidente, socialista,
viajaba en Porche y acosaba a cualquier mujer que se pusiera a su alcance, o
popular, que dio la puntilla a nuestra banca pública, también opinaba en el
mismo sentido y nos ilustraba, como en la fábula del león y la cabra, sobre los
beneficios que tendría para el empleo seguir sus directrices. Pero, como todo
el mundo sabe, estos sabiondos ni previeron la explosión de la burbuja
financiero-inmobiliaria ni han solucionado con sus recetas, mas bien al revés, las
dificultades por las que están pasando muchos países. Nuestros amigos de
Iberoamérica ya nos han contado muchas veces a donde les llevó en los años 80
el FMI y los dirigentes títeres que padecieron.
Los Gobiernos derechistas se
aprovechan de las opiniones de esos burócratas mamporreros para utilizarlas
como coartada cuando las aplican a sus ciudadanos. Ya estamos hartos de
escuchar las ocurrencias del FMI, de la Comisión Europea, de la OCDE o del
gobernador del Banco de España, siempre en la línea de atacar la sanidad, las
pensiones o los salarios.
Cuando el entonces presidente
Zapatero, en aquel tristemente famoso 12 de mayo del 2.010, presentó la primera
batería de recortes y usó a Obama y a Merkel como coartada, me acordé de un
chiste que me contaron hace años, en el que un elefante y una hormiga buscaron
a un sacerdote para que los casara, cuando el cura les dijo que si no se daban
cuenta que no hacían buena pareja la hormiga contestó mentirosa y compungida:
“padre, es que estamos obligados”.
Pero, por primera vez en España
desde la Transición, han bajado los costes laborales, mientras los precios y
los impuestos continúan su escalada. Y estamos hablando de un país donde los
sueldos, empezando por el salario Mínimo Interprofesional, son de los mas bajos
de Europa y de un mercado laboral que es una selva donde reinan las fieras que
imponen contratos con condiciones de trabajo tercermundistas.
Muchos trabajadores en España se
han bajado el sueldo voluntariamente para evitar que su empresa cierre, eso les
han contado y lo han creído, pero el paro sigue campando a sus anchas, como
decía Marx, un ejército de reserva que presiona a los demás trabajadores a
condiciones de semiesclavitud.
A Olli Rehn muchos le han hecho
la peineta y otros se han acordado de su santa madre, pero esos individuos y
esas organizaciones continuarán ahí mientras los Gobiernos que los nombran
sigan ganando elecciones.
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